Artículo de opinión de Vanessa García, procuradora de Soria ¡YA
Llevamos varias semanas escuchando hablar mucho de la igualdad entre los españoles, viendo cómo se agitan banderas en defensa de algo que se supone asegura el artículo 139 de la Constitución. Igualdad en derechos y obligaciones. Los pactos de Pedro Sánchez con partidos nacionalistas han vuelto a avivar la sensación de que existen españoles de primera y de segunda. Con estos acuerdos, como ya sucediera con otros similares cuando fueron necesarios para llegar a La Moncloa, se aumenta la brecha entre territorios y, por ende, entre ciudadanos. Se desequilibra aún más un país entre esa España rebosante y la que cada día vacían más. El tiempo dirá si esto es así, pero mucho me temo que las oportunidades seguirán llegando a aquellos lugares en los que hay partidos que saben jugar sus cartas y cuyos representantes en el Congreso no están supeditados a Ferraz o Génova. Los sorianos seguiremos viendo cómo otros aseguran su futuro porque vuelven a ser decisivos.
Creo que no me equivoco si digo que muchos sorianos nos sentimos tratados como españoles de segunda. Y es que el código postal sentencia a nuestra provincia, a sus habitantes. El número 42 condiciona las políticas públicas tanto del Gobierno de España como de la Junta de Castilla y León. Un código postal marca la agenda, los presupuestos y los compromisos. Se llenan discursos hablando de igualdad entre ciudadanos, pero eso son solo palabras. La realidad es que un enfermo oncológico de Soria tiene que viajar a Burgos para recibir un tratamiento o hay que esperar décadas en ver terminada una autovía. Y estos son sólo dos ejemplos que demuestran que el hecho de ser pocos (habitantes y votantes) hace que instituciones y partidos clasifiquen a los españoles en dos categorías.
Somos iguales en obligaciones, eso nadie lo duda, pero no así en ser tratados como un madrileño, un vasco o un catalán. No somos iguales cuando para tener acceso a servicios médicos hay que viajar lejos de casa. No somos iguales cuando no disponemos de autovías y trenes del siglo XXI. No somos iguales cuando nuestros jóvenes tienen que irse de Soria para encontrar oportunidades en otros lares. Igual da que los sorianos cumplamos con todas nuestras obligaciones, a ojos del político de turno somos ciudadanos de segunda.