Pedro Maquiavelo Sánchez

Tal y como preveíamos en este mismo espacio hace un mes, España tiene nuevo Gobierno. Y tal y como era de esperar, entre otras cosas porque no había otra opción, el nuevo Ejecutivo está supeditado, no solo para su constitución sino también para su supervivencia parlamentaria en las votaciones del día a día, a las exigencias de los nacionalistas. No se trata de que este que les escribe sea un excelso analista político, sino que la política española es más previsible que una sitcom.

El PSOE y Sánchez se han entregado a lo más hondo de los principios de Nicolás Maquiavelo: “El fin justifica los medios”. Bajo esa premisa, los socialistas han comulgado con ruedas de molino y han traspasado algunas líneas que hace 5 años parecerían infranqueables. Se ha aceptado discutir sobre un referéndum, se ha puesto alegremente sobre la mesa la idea de que el Estado usa la justicia para perseguir posturas políticas y se ha abierto el marco discursivo para que el concierto vasco y navarro no sean una excepción histórica, sino un espejo en el que se miran los catalanes.

Todo ello, claro está, sin contar con que también van a desaparecer los delitos cometidos por cientos de personas y se ha reescrito la historia reciente de España al dictado de los independentistas. Algunos dirán que el fin último es simplemente el poder, otros justifican que lo hacen para evitar que Vox llegue al Gobierno, y los menos explican que el objetivo es seguir con el denominado “gobierno de progreso”.

Sea como fuere, España tiene nuevo Ejecutivo. Un gobierno legítimo que sale de la voluntad popular expresada en las urnas. Tan extraño suena tener que aclarar eso como tener que recordar que la democracia no consiste solo en contar votos, sino también en respetar la separación de poderes y en cumplir las leyes seas quien seas.

Y terminado el circo, la exaltación y los agravios, toca trabajar por un país que comienza a asentarse en los peores puestos de la UE en estadísticas como la pobreza o el PIB per cápita. Hay mucho por hacer y, para ello, Sánchez ha elegido un gobierno muy político. Para el otrora Ministerio de Fomento se rescata de la oposición pucelana al más sanchista de los sanchistas. Puente tendrá en sus manos la Autovía del Duero, la A15 y, de manera inminente, el informe de la reapertura de la Soria-Castejón.

A los socialistas sorianos les toca trabajarse al “compañero de pupitre” que lo quería todo para Valladolid. Con el proyecto del CPD encaminado, tendrán que lidiar con Sumar para que el Centro Nacional de Fotografía sea una realidad y responda a las expectativas creadas.

Lograr que Soria no quede aislada de los corredores ferroviarios europeos y que se mejoren las ayudas al funcionamiento serían dos hitos de primer nivel que se antojan complicados. Escrivá en el nuevo Ministerio de Transformación Digital y el posible cambio en el reto demográfico son dos realidades a monitorizar en clave Soriana.