Los mozos que ponían música al invierno

Con sólo recitarle el primer verso, Juana cantó la ronda entera. Años acechada por el alzheimer no pudieron borrar ese recuerdo de su juventud, de cuando durante las Navidades las calles de La Riba de Escalote se llenaban de mozos dispuestos a rondar a sus vecinos para ganarse el aguinaldo y el favor de las mozas. Recuerdos que despertó su marido con una sola frase. Y así, una tarde que prometía ser como las demás, acompañada de sus seres queridos y dos investigadores desconocidos, Juana puso su granito de arena para reconstruir una parte de la historia soriana.

Anécdotas como esta son las que han ayudado a la musicóloga e historiadora del arte salmantina Susana Arroyo, a documentar una tradición musical profana que, con los siglos, fue cayendo en el olvido. Arroyo comenzó a investigar hace una década a raíz de la convocatoria de las Becas Etnográficas para Jóvenes Investigadores de la Diputación de Soria y el trabajo de campo ya le ha llevado por 350 pueblos. Ahora compagina la docencia con la revisión y ampliación de su tesis a través de la publicación de ‘El Cancionero soriano’. Volumen a volumen y anécdota a anécdota, devuelve la música al pasado de la provincia.

El Reinado

El Reinado y las ‘rondas’ profanas de Navidad se desarrollaron durante siglos en parte de Soria y zonas de Burgos, Segovia y Guadalajara -al menos, ese es el área que se ha podido acotar-. Los mozos del pueblo rondaban al resto de vecinos en las vísperas de los días más importantes de las Navidades, buscando ganarse el aguinaldo. A veces, de entre ellos se elegía a un Rey, algo que podría haber sucedido originalmente en todos los pueblos pero haberse perdido con el paso de los años.

Esta es una de las pistas que hacen pensar a la investigadora que la celebración podría tener sus raíces en las Saturnales romanas, que se celebraban en diciembre y enero. “En las saturnales se cambiaban los roles, los que mandaban durante el año no lo hacían en esas fechas y al revés. En El Reinado también existía esa jerarquía, con un jefe, mozos y alguaciles”, explica. El cristianismo podría haber adoptado la tradición “bajo el filtro de lo religioso”, pero manteniendo las fechas.

Su origen podría remontarse a las Saturnales romanas

Aun así, no han podido encontrar testimonios que prueben su celebración antes de 1602. Sí han localizado mucha documentación posterior, como el acta de la pelea que tuvo lugar en 1751 entre los mozos de Alcozar y de Langa de Duero cuando estos últimos quisieron robarles el tambor que usaban para rondar en San Silvestre.

Adultez

La tradición estaba fuertemente ligada a un rito de paso. El aguinaldo que recibían los mozos de los vecinos consistía, en muchos casos, en legumbres y carne de la matanza. Una parte la disfrutaban en una merienda, y la otra, la vendían para adquirir vino. A veces, la ronda era un acto previo a los bailes de los días ‘grandes’: Navidad, Año Nuevo o Reyes. Y en algunos pueblos los jóvenes convivían en la misma casa durante las celebraciones, consolidando este simbolismo de entrada en la edad adulta: “Era un privilegio que no tenían de niños”.

¿RECUPERAR LA TRADICIÓN tal y COMO ERA?: “Difícil”. “Ahora existen muchos planos sociales que en esa época no tenían cabida”, apunta la investigadora sobre las letras de las rondas.

A cada vecino le correspondía su ronda, con una letra distinta, aunque las mozas tenían más, ya que eran los principales objetivos de los jóvenes. Pero hasta pastores y labradores tenían rondas personalizadas. La propia tradición era distinta también en cada pueblo, desde fechas hasta melodías y otras particularidades. Por ejemplo, en Cuevas de Ayllón los mozos rondaban en San Silvestre y los pastores, en Nochebuena, con las mismas letras y distintas melodías. En Santa María de las Hoyas la mujer del Rey se convertía en Reina y podía tomar parte en la imposición de castigos a los mozos. Y en Marazovel los que rondaban eran los niños.

Desaparición

Fueron varios los factores que llevaron al fin de El Reinado. A raíz de la mecanización del campo y las tareas agrícolas, los jóvenes emigraron y los pueblos se fueron vaciando poco a poco, tal y como explica Arroyo: “No había ni gente a la que rondar ni mozos que rondaran”. En localidades como Marazovel se siguió rondando hasta los años 80, pero entonces, la fiebre por alcanzar ‘la modernidad’ acabó con la celebración. “En los años 70 y 80 hubo un rechazo muy fuerte a nuestras tradiciones, se consideraban algo negativo’”, lamenta.

A partir de los 50 no había ni gente a la que rondar ni mozos que rondaran

Coda

En esta investigación, el trabajo de campo ha sido importante, pero la suerte ha sido fundamental para propiciar encuentros fortuitos como el de Emilia en Ucero, la única que recordaba esta tradición en todo el pueblo. Es por la importancia de los informantes en la reconstrucción de esta historia por lo que, cada año que pasa, la investigación se complica más.

‘EL REINADO’, EN 18 DE LOS 46 CASOS DOCUMENTADOS. En el resto de pueblos no tenían un nombre concreto para referirse a estas rondas, era “lo que los mozos cantaban en Navidad”.

A pesar de todo, Arroyo cree que hemos superado ese rechazo a lo tradicional y “lo que queremos es recuperar y saber de dónde venimos”. Y por eso, pretende que su trabajo sirva para dar pie a otros investigadores a seguir indagando. “Allá donde pueda haber una mínima pista seguiremos investigando” y “allá donde exista una puerta”, como las de Emilia, Juana, Cecilia, Ángel y todos aquellos que han cantado sus recuerdos para ellos, “seguiremos llamando”. Una forma de recordar a las miles de voces que, durante siglos, pusieron música al invierno.

Escucha las rondas, en voz de los informantes de la investigación, en este enlace.

Fotografías de Teodoro de Miguel, Archivo Histórico Provincial y Susana Arroyo.