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Julia Burrell: una vida cuesta arriba pero sin frenos

Julia Burrell: una vida cuesta arriba pero sin frenos

Actualizado 04/02/2024 20:15

Trabajadora, inquieta, soñadora y coqueta. Julia Burrell es mucho más que la parálisis cerebral que la acompaña desde su nacimiento. Su historia inspira porque no existen las barreras que limiten su proyección.

Julia Burrell tiene 20 años, domina tres idiomas y está a punto de concluir sus estudios de Traducción e Interpretación. Curiosa, valiente, perfeccionista y con un ingenioso sentido del humor, esta mujer se come la vida a mordiscos y lo hace visibilizando que la discapacidad “no tiene por qué ser incapacitante”. La parálisis cerebral es parte de su vida, pero no es su vida. Su historia inspira y la comparte con Soria Noticias para “romper estereotipos y acabar con los prejuicios que tanto daño hacen”.

Diplejia Espástica

Dos palabras que significan todo un mundo. La diplejia espástica es la principal consecuencia de la parálisis cerebral que sufre Julia, provocada por una falta de oxígeno durante su nacimiento. Se traduce, de forma simplificada, en que “mis músculos son más cortos de lo normal y tengo más tono muscular del que debería, lo que limita mi rango de movimientos”, explica la protagonista. Para hacerse comprender, Julia nos anima a realizar un estiramiento de piernas: “¿Notas cómo te tira el músculo por detrás? A mí me tira todo el rato”, cuenta de una forma que ilustra a la perfección su carácter.

Desde bien pequeñita comprendió que la parálisis cerebral iba a ser una compañera de vida. No lucha, convive con ella y conoce cada efecto que esta tiene en su cuerpo. Esto le da ventajas, puede anticiparse y “buscar la manera de hacer las cosas”. Cuando es consciente de que una tarea se va a poner cuesta arriba intenta cambiar el sentido de la pendiente. Explica, por ejemplo, que “si fregar el suelo requiere coordinación, y yo ando un poco escasa, lleno menos de agua el cubo y simplifico”.

Julia Burrell

De su tenacidad responsabiliza a sus padres. “Tienen mucho que ver porque siempre me han animado a hacer las cosas, y su frase favorita es que ante cualquier caída lo mejor es levantarse”. Y se levantó, seguramente muchas más veces de las que cuenta. Así concluyó su etapa escolar, pasó por el instituto, aprobó la EBAU y acabó estudiando Traducción e Interpretación a 300 kilómetros de su casa. Y entre medias no se perdió nada porque eso es precisamente lo que quiere: “Hacer lo mismo que los demás, aunque sea un poco más despacio o dando más vueltas”, expresa sonriente.

Luchadora en Soria

Natural de Monzón, en Huesca, ha convertido Soria en su segundo hogar. Se reconoce “independiente”, y afirma no haber tenido ningún gran problema en adaptarse a la ciudad, aunque esta no se lo haya puesto muy fácil. “Soria es muy bonita, pero para una persona con discapacidad resulta complicada porque tiene un montón de cuestas”, refiere. Aún así, asegura que va andando “a todos los sitios” porque “también es un entrenamiento que mi cuerpo requiere”.

Lo que no consiguen los paseos por la capital del Duero lo logran en Aspace y su servicio de fisioterapia. Allí acude dos veces a la semana para recibir sesiones de 45 minutos. Son “esenciales” y “parte de mí”, porque “sin ellas mi capacidad de andar y de moverme se mermaría de forma más que considerable”, afirma.

"No quiero que la discapacidad defina mi vida, soy mucho más que eso"

Además de estos cuidados, la Asociación de Parálisis Cerebral y Patologías Afines de Soria le ha dado la oportunidad de hacer “buenos” amigos. Una lista que ha completado con compañeras de universidad, que ahora son “más que eso”. No obstante, Burrell lamenta que la discapacidad sí limita “algo” las relaciones sociales. A ella le hizo madurar de forma temprana y su ocio es “diferente”, pues prefiere “comer con una amiga sin mirar el reloj, leer, escribir o engancharme a una serie” antes que irse ‘de botellón’. Además, y aunque “nadie lo ha verbalizado”, ella ha notado que “es algo que se sigue viendo raro”.

Estudios "sin favores"

Como ya hemos mencionado, Julia cursa tercero de Traducción e Interpretación en el Campus Duques de Soria de la Universidad de Valladolid. Sus apuntes son dignos de admirar. Cuidados al detalle, invitan al estudio. No los toma en clase porque “soy muy pulcra y me perdería la mitad de la lección “. No se reconoce como una alumna diferente ni que haya recibido ningún trato de favor pero, aunque estudia “para sacar un diez”, normalmente se tiene que “conformar con el siete”.

Julia Burrell: una vida cuesta arriba pero sin frenos | Imagen 2

Esta autoexigencia le ayudará, sin duda, a la hora de afrontar el mercado laboral. Todavía no sabe si se decantará por la traducción literaria, la médica, ser profesora... Pero se muestra contundente con un aspecto: “No quiero que alguien me de o no me de un trabajo por mi discapacidad”. “Yo soy más que una parálisis cerebral”, asevera.

Julia tampoco ha decidido si volverá a casa o buscará su camino en Soria u otro lugar. No da nada por hecho porque tiene todo por hacer y ha demostrado que, con ella, dar cosas por sentado debería estar prohibido. Mejor que si ella puede hacer una u otra cosa será preguntarle por cuándo lo haremos juntos.

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