Artículo de opinión de Eder García, concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Soria.
Tuvo que llegar el final de su vida, de forma abrupta y demasiado pronto -si es que alguna vez no es así-, para que Jesús Bárez abandonara su compromiso con los sorianos y sorianas. Personalmente le conocí hace algo más de quince años, cuando comencé mi militancia en las Juventudes Socialistas. Desde ese momento, jamás le he conocido una palabra hiriente hacia nadie o un gesto que no fuese una sonrisa.
Cuando llegué al Ayuntamiento y tuve la oportunidad de trabajar y aprender junto a él, descubrí que, además de mucho instinto y sabiduría, gozaba de una enorme tozudez. Incluso después de discutir sobre cómo hacer algo o programar lo otro y asumir que se haría a su manera, saldaba la discusión con una invitación a un vino para despedirnos, una vez más, sonriendo.
No solo era generoso pagando un vino, sino que compartía su enorme conocimiento y amor por la cultura como un autentico regalo y de la forma más humilde posible, sin que te dieras cuenta, nunca desde la superioridad y dispuesto a aprender de ti. Cuánta falta hace gente como Jesús y cuánto le voy a echar de menos como compañero, pero sobre todo como amigo.
Junto a mi sé que se encuentran un inmenso número de personas de multitud de procedencias, ideologías, edades e intereses, fruto de su capacidad de empatía y respeto por el diferente del que siempre hizo gala.
No me imagino otra forma de marcharse que la que tuvo, implicado y trabajando hasta el último momento, con las botas puestas. El mejor homenaje es que tomemos nota de su compromiso con Soria, trabajemos para mantener su legado y procuremos aprender a amar el arte y la cultura como Jesús lo hacía.
Brindamos por ti, amigo.