Los primeros contaminantes fueron detectados el 21 de febrero.
Ecologistas en Acción han denunciado que la depuradora de aguas residuales (EDAR), que recoge las aguas residuales de Ólvega y de Ágreda, donde se ubica, ha vuelto a verter contaminantes, "deteriorando gravemente el río y embalse de El Val, como viene siendo desde su inauguración en el año 2010".
Según indican, la versión oficial achaca los problemas a que la EDAR se ha quedado pequeña, "o dicho de otra manera, que han autorizado actividades y vertidos para los que no tenían capacidad de depurar. Y la solución que van a aplicar de ampliar la depuradora no será efectiva en tanto no identifiquen a las empresas autoras de los vertidos y les impongan elevadas sanciones y las cierren y obliguen a instalar depuradoras propias".
El último episodio contaminante comenzó en torno al día 21 de febrero y se ha prolongado hasta el día de hoy, 1 de marzo, cuando el desagüe de la depuradora tiene una gran carga contaminante, "tal y como lo muestra su aspecto y la eliminación de la flora y fauna acuática que hay aguas abajo, cuyos daños se prolongan a lo largo 8 kilómetros hasta desembocar en el embalse de El Val, donde las aguas putrefactas de este río se mezclan con las del río Queiles".
El colectivo denunciante ha realizado un análisis del agua del río previamente al vertido de la EDAR, y del mismo vertido, cuyos resultados se pueden comprobar en la siguiente tabla, en la cual se expresan los valores de vertido que tiene autorizados y que son usados por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) en sus expedientes sancionadores. Además se ofrece el resultado del análisis realizado por la CHE el 21 de enero de 2022, que es el que más carga contaminante de ese episodio de vertidos, por el cual ambos ayuntamientos pagaron una sanción de 94.333 €, y 42.938 € por los daños producidos al río.
En función de la tabla, "todos los parámetros superan los valores autorizados, empeoran la calidad del agua que lleva el río, que es bastante buena, y sobretodo superan los valores de la muestra con peor calidad que realizó la CHE en el episodio de vertidos de 2022".
Según describen, en esta ocasión el vertido aporta gran cantidad de espumas que se pueden observar en el río Val, y muy especialmente en el Pozo de la Truchas.
Del mismo modo han recordado que el anterior vertido fue a mediados de diciembre de 2023 y se prolongó a lo largo de un mes, en tal caso fueron de naturaleza grasienta que tiñó de color gris todo el caudal. "Es lógico pensar que el causante del vertido son dos actividades económicas diferentes que se pueden ubicar en Ólvega y en Ágreda", consideran, a la vez que han recalcado que en anteriores vertidos durante 2012, 2016, 2017, 2018 y 2022, de autoría desconocida, la sanción fue pagada por sus vecinos.
Las consecuencias de tales vertidos son que el río Val tiene estado calificado oficialmente como 'peor que bueno' y el embalse lo califican en la Confederacón del Ebro como "el más contaminado de la cuenca". Ello significa lo cual significa que "está eutrofizado y con problemas de albergar cianobacterias que hacen peligroso incluso su uso para el riego".
"En este escenario falta la actuación del Gobierno de Aragón, y de los ayuntamientos y vecinos del Moncayo zaragozano, que parece no importarles que estén poniendo en riesgo su salud y su economía, la cual ya se ve afectada por la crisis del Cryptosporidium del nacimiento del Queiles y porque la vega del Queiles está declarada como 'Zona Vulnerable' por culpa de usar unas aguas de riego que están cargados de nitratos, en especial de origen ganadero como así ha certificado la propia CHE".