El vecino de esta localidad de Recuerda viene costeando hace años la fiesta recuperada por su padre y el párroco en la década de los 80.
Solo quedan cinco casas abiertas en la localidad de La Perera, perteneciente al municipio de Recuerda y situada a 75 kilómetros al suroeste de Soria. Hace varias décadas, en fechas próximas a San Vicente Ferrer, el 5 de abril, alrededor de un centenar de personas acude a esta pequeña población para participar en una de esas celebraciones populares que todavía conservan el sabor de lo auténtico.
Las campanas redoblaban anunciando la eucaristía en la iglesia de Santiago Apóstol, donde apenas hay sitio para acoger a quienes no fallan ni un año a esta cita. A continuación, se celebraba la subasta de los banzos para salir en procesión las imágenes. Justo antes de iniciar el recorrido por el pueblo, se subastan también las ofrendas con las que contribuyen los participantes, entre las que no faltan el orujo y las pastas caseras, el vino de Villálvaro o la alfarería de Tajueco.
Superado ya el mediodía, el ambiente festivo de este día se trasladaba a la parte alta del pueblo, a una finca particular donde el cacareo de las gallinas acompañaba el tímido despertar de los geranios en sus macetas. Pero si la vida en La Perera florece por esta época, no es solo el milagro de la primavera. Aunque solo sea durante un día, el color y el aroma que cobra este lugar es en gran parte obra de Alejo Gonzalo Capilla, gran amante de su pueblo y de sus tradiciones.
Hace 41 años, su padre y el que fuera cura del pueblo por entonces, recuperaron la celebración de San Vicente Ferrer en su fecha original. Alejo, que cumple ahora 70 años, se esfuerza desde hace mucho tiempo en mantener la tradición, corriendo con todos los gastos de esta celebración para que no caiga en el olvido.
Las puertas de este rincón en lo alto de una loma están abiertas cada año a todo el que desee participar. Alejo recibe por igual a los conocidos y a las caras nuevas, vecinos o forasteros. A todos les ofrece vino en porrón, unas chuletillas de cordero o un postre casero con el que endulzar la tarde entre baile y baile.
La Semana Santa y la disponibilidad de la charanga Pura Cepa condicionaban en gran medida el día de la fiesta, que este año tenía lugar este sábado 23. Un día en el que la música, el olor a chorizos asados y la alegría de los presentes reemplazaron la calma general de uno de tantos pueblos sorianos que despiertan de su letargo gracias al impulso de vecinos como Alejo.