Un motín por la imposibilidad de recoger leñas hizo levantarse a la población. Fue a comienzos de la segunda década de pasado siglo.
Recorriendo diferentes direcciones de asociaciones culturales de la provincia hemos encontrado un interesante relato que quizá muchos sorianos desconozcan. Se trata de lo narrado sobre un suceso que acaeció en 1911. Aquellos hechos, que tuvieron trascendencia nacional, quedan plasmados en el perfil de Facebook que tiene la Asociación de Amigos del Castillo de Berlanga de Duero.
El relato, tal y como cuentan en esta agrupación, siempre activa y con su afán de recuperar memoria y patrimonio, es como sigue:
El Motín de Berlanga
La mañana del lunes 16 amaneció como todos los días de este mes de enero, con un cielo gris plomizo, niebla y frío, mucho frío.
Baldomero, alrededor de la lumbre del fogón estaba almorzando unos guisotes que le había preparado la Nicolasa, su suegra. La mirada fija y atenta de su mujer, con semblante serio que denotaba preocupación en su cara e intranquilidad en su cuerpo, puso nervioso a Baldomero, que no supo que decirle, cuando Felisa volvió a repetirle:
-¡Ten cuidado y no os enfrentéis a los guardias, que ya tenemos bastantes desgracias en esta casa!
Sin contestarle dejó el tazón encima de la mesa, puso un mendrugo de pan y un trozo de tocino en la vieja alforja, se la echó al hombro, y sin decir nada bajó con paso firme a la planta baja, allí cogió su hacha y la piedra de amolar en la otra mano. La afiló con suavidad, con cariño, como si de un ser querido se tratara, hasta dejar el filo de la hoja mas fino y cortante de lo que nunca había estado. Después con el rostro cariacontecido salió a la calle… Así empieza la novela 'La familia Barcones y el Motín de Berlanga'.
¡Sí, Berlanga también tuvo su propio motín! Y ocurrió el 16 de enero de 1911, hace ya 113 años.
El motivo principal de este levantamiento popular, fue la cesión por parte del Ayuntamiento a Unión Resinera Española 'La Resinera' de los aprovechamientos leñosos de los montes municipales, entre ellos el de La Mata, el más extenso del municipio con 460 hectáreas.
Esta cesión impedía a los vecinos suministrarse de leña para cocinar y calentarse, en una época calamitosa para Berlanga, rayando la hambruna, donde había 125 familias pobres de solemnidad. Hechos que fueron agravados por los rigores de un invierno tremendamente frío, donde la leña se consumía rápidamente. En muchos hogares ya faltaba la leña, y se veían obligados a conseguirla furtivamente.
Hasta que llegó el lunes 16 y estalló lo que se veía venir. Un grupo de más de quinientos vecinos, entre hombres, mujeres y chicos armados con hachas y útiles cortantes se dirigieran a La Mata con la intención de conseguir leña como fuera, "por las buenas o por las malas", decían los más exaltados.
Nada pudo hacer la Guardia Civil del cuartel de Berlanga, ni el Ayuntamiento para impedir el desorden y el alcalde se vio obligado a pedir ayuda al Gobernador de la provincia. Éste, inmediatamente les mandó cerca de cincuenta guardias civiles de los cuarteles de Soria, El Burgo y Almazán para restablecer la normalidad. A pesar de ello, los vecinos no se amilanaron y consiguieron cortar más de mil pinos.
El teniente coronel al mando de la Guardia Civil, estaba dispuesto a tomar las medidas de fuerza que fueran necesarias pues sabía “del carácter brusco de los habitantes de esta localidad”.
Al final las fuerzas del orden no llegaron a intervenir, ni les impidieron la tala de pinos a los necesitados leñadores. Desde un primer momento asumieron la situación y necesidad de esta pobre gente.
A raíz de este suceso se convocó una Asamblea Forestal Nacional y quedaron redactadas unas bases para reformar la legislación forestal, dando mayor beneficio a los pueblos propietarios de pinares.