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Primeras comunidades sorianas

Primeras comunidades sorianas

Actualizado 14/04/2024 20:50

Tras descubrirnos cómo eran aquellos primeros ‘sorianos’, el doctor Julio Martínez Flórez nos ayuda a comprender la aparición del hombre ‘anatómicamente moderno’ en la provincia. Gracias a labor investigadora, y a los hallazgos que se conservan en los yacimientos sorianos, conocemos que la evolución de nómadas a sedentarios sucedió en Soria mucho antes de lo que se pensaba. De su mano viajamos por la prehistoria y alcanzamos la historia soriana.

La historia de la humanidad es la de un conjunto de transformaciones resultado de continuas adaptaciones a circunstancias ambientales y culturales que siempre fueron variables. El soriano de hoy es el resultado del ayer, pero el gran interrogante es conocer desde cuándo esta tierra sirve de cobijo al ser humano.

ReconstrucCión Con la implementación de técnicas agrícolas llega la sedentarización.

Reconstrucción. Con la implementación de técnicas agrícolas llega la sedentarización.

Podemos afirmar la presencia de prehomínidos en las tierras sorianas porque, aunque nos encontramos con un vacío de conocimiento sobre el momento de nuestra aparición como ‘hombres actuales’ en las planicies y serranías de la región, contamos con numerosos datos proporcionados por la arqueología sobre agrupamientos poblacionales en este territorio durante la prehistoria.

El punto de partida para la evolución social, caracterizada por la existencia de distintos grados de sedentarización y nomadismo estacional, fue la modificación de los estilos de vida asociados a la ‘domesticación’ de plantas y animales. Nuestros ancestros desarrollaron los conocimientos necesarios para pasar de una economía de caza y recolección a otra agropastoril, una modificación social determinante pues todos estos cambios derivarían en la necesidad de conservar los excedentes obtenidos. Todo ello se tradujo en un aumento demográfico, evidente en los yacimientos estudiados, que no sólo permitiría el desarrollo de comunidades humanas, sino que obligaría a la creación de nuevas comunidades y a la ocupación homogénea de nuevos territorios.

Conjuntos estudiados (Ambrona, Numancia, Carratiermes...) nos permiten asegurar una ocupación de ‘Heidelbergensis’, ‘Neandertales’ y ‘Homo sapiens actuales’ en los mismos territorios. Convivieron y, además, grupos de cazadores-recolectores y las nacientes comunidades agrícolas y ganaderas interactuaron enriqueciéndose.

Yacimientos neolíticos del Valle de Ambrona, Soria, en relación con las vías de tránsito de este área del interior peninsular, según Rojo et al. 2008.

Yacimientos neolíticos del Valle de Ambrona, Soria, en relación con las vías de tránsito de este área del interior peninsular, según Rojo et al. 2008.

Casi 1.000 años antes

A esta etapa en la que se produce la sedentarización del ser humano se la conoce como neolitización. Las comunidades abandonan el nomadismo y la implementación de técnicas agrícolas y ganaderas garantizaba una continuada provisión de alimentos y, paralelamente, la necesidad de desarrollo de nuevos útiles y técnicas.

Se pasa de una economía exclusivamente depredadora (caza y recolección) a otra productora (agrícola y ganadera) y esta transformación se acompaña de cambios sociales revolucionarios, cambios económicos asociados a la creación de poblados, ‘mejoras en la perspectiva de vida’ y un incremento demográfico significativo.

El hallazgo de poblados al aire libre como La Revilla del Campo (5300 a. C.), la Lampara (Ambrona, 5500 a. C.), el Tormo (Medinaceli), Parpantique (Almazán) o el Abrigo de la Dehesa (entre Miño y Conquezuela) demuestran la presencia de comunidades que evolucionan a través de un Neolítico Antiguo, el Pleno, un Calcolítico, una época del Bronce y, finalmente, una del Hierro para alcanzar el umbral de la historia.

Se considera que este ‘proceso de neolitización’ encuentra sus yacimientos más antiguos en el Próximo Oriente VIII-VII milenio a. C.). Desde allí, se extendería a través de las rutas del Mediterráneo para alcanzar la Península Ibérica (5000 a 3000 a. C.) y difundirse posteriormente por el interior de la misma. Sin embargo, hallazgos como los encontrados en La Lampara o en La Revilla del Campo evidencian que la neolitización ocurrió en Soria sobre el 5700 antes de Cristo (dataciones absolutas por carbono-14 sobre muestras de excavaciones en asentamientos al aire libre del Neolítico Antiguo).

Ceramica Túmulo de la Sima Fotografía: Junta de Castilla y León, Archivo Museo Numantino, Alejandro Plaza.

Ceramica Túmulo de la Sima Fotografía: Junta de Castilla y León, Archivo Museo Numantino, Alejandro Plaza.

La introducción de agricultura y ganadería en las tierras sorianas sería más temprana de lo que se creía, y la arqueología ha mostrado la existencia de amplias áreas de habitación frecuentadas estacionalmente durante más de un milenio.

Otra cuestión es descubrir el modo en el que se produjo dicha introducción. Uno de los modelos teóricos más discutido es el ‘difusionismo o migracionismo’, que defiende que el excedente poblacional secundario al incremento de las fuentes alimentarias ocasionaría la migración y colonización de nuevos territorios. El ‘poligenismo o autoctonismo’ considera que la evolución fue autóctona desde procesos de caza especializada y proto-agricultura. Y, por último, un tercer modelo sostiene la ‘aculturación’ entre comunidades autóctonas que intercambiarían productos y técnicas.

Lo cierto es que podemos defender el hecho de que en las tierras sorianas – al menos desde el Paleolítico Superior – existió una población de ‘hombres anatómicamente modernos’ que presentó una evolución física y cultural continua a través del Neolítico y también de la Edad de los Metales. De acuerdo con ello, este ‘autoctonismo’ podría haber sido el modelo fundamental, aunque tampoco podemos desdeñar el papel de la ‘aculturación’ producida gracias al intercambio con comunidades vecinas o bien el producido por la llegada de elementos poblacionales desde lugares lejanos.

El análisis antropológico de los esqueletos puede ser una fuente de información de gran valor. Con él, no sólo podemos conocer datos relativos a la esperanza de vida, el clima, la dieta o las condiciones de trabajo, sino que además nos permite rastrear la existencia de movimientos migratorios de poblaciones, bien a través del análisis morfológico, bien a través del estudio genético.

A grandes rasgos, podemos clasificar los periodos prehistóricos en dos fases neolíticas. La primera de ellas, la Antigua, abarcaría entre el VII y el V milenio Antes de Cristo. En este momento se produjo la introducción de plantas y animales domésticos, pero su economía, con una incipiente agricultura y ganadería, seguiría basada en la caza y la recolección. Esta fase estaría representada por la llamada ‘cerámica cardial’ como ‘fósil guía’, y su hábitat preferencial estaría en las cuevas y abrigos naturales. En Soria se han encontrado restos en yacimientos como Ambrona o la misma Numancia.

autores: Ana M. Herrero-Corral - Rafael Garrido Pena - Manuel Rojo

Arriba: Diseño original: Construcción antrópica destinada a albergar difuntos e incinerarlos. Abajo: Reconstrucción: Años despues se volvió a construir con diversos cambios. autores: Ana M. Herrero-Corral - Rafael Garrido Pena - Manuel Rojo

La segunda fase, el Neolítico Pleno, se desarrolló entre el V y el III milenio a. C. Es entonces cuando se produciría la difusión hacia el interior peninsular de estas culturas agropecuarias, que serían adoptadas por las poblaciones autóctonas.

No obstante, podemos observar que los datos aportados por las muestras de Ambrona retrasan la existencia de modos sociales neolíticos aproximadamente al 5.700 antes de Cristo. Este significa que, o bien la presencia de un Neolítico Pleno es anterior a las fechas propuestas, o bien la transición entre el Antiguo y el Pleno responde a un proceso autóctono y continuo.

Transición a la historia

A caballo entre la fase neolítica y la Edad de los Metales aparece un fenómeno espectacular en casi toda Europa, y que en Soria también ha podido ser observado: la llamada ‘cultura megalítica’, esa fase en la que se levantan grandes construcciones de piedra que nos hablan de la existencia de un fenómeno simbólico, religioso y de enterramiento programado. El significado de estas grandes construcciones funerarias va mucho más allá, pues dejan ver que nos encontramos ante comunidades organizadas y que posiblemente se encuentran en las fases iniciales o medias de la jerarquización social.

Soria también nos proporciona la posibilidad de estudiar este tipo de construcciones (‘tumbas calero’ y túmulos). Podemos citar numerosos hallazgos en estas tierras. Uno de ellos es el Túmulo de la Peña de La Abuela (Rojo y Heras, 1993), donde se localizaron esqueletos humanos carbonizados y ajuares funerarios. Otro es la tumba monumental hallada en el Túmulo de la Sima. La particularidad de este es que cuenta con dos niveles de enterramientos, uno correspondiente a la fase neolítica (segundo tercio del cuarto milenio) y otro de la fase campaniforme (2400-2300 a. C.).

Pero estos no son los únicos datos que hay sobre la ocupación de Soria en el Neolítico y la Edad de los Metales. Trabajos de diferentes puntos de la provincia permiten afirmar que el poblamiento mostraba ya un patrón homogéneo. Investigaciones como las de Fernández Moreno (‘El poblamiento prehistórico de Numancia’; 1997) y otros muchos arqueólogos nos permiten conocer datos sobre una ocupación neolítica y una posterior en la edad de Hierro tardía (post-hallstattica) en el Cerro de la Muela.

Numerosos investigadores se han ocupado de esto. Schulten (1927) o Taracena (1941) en el pasado, y autores más modernos como Jimeno (1984), Jimeno y Fernández Moreno (1992), Romero y Ruiz Zapatero (1995) o Jimeno y Arlegui (1995) nos permiten asegurar la existencia de comunidades sorianas evolucionadas durante el Neolítico, la época del Cobre (III-II milenio A. C.), la fase de transición de la industria del Cobre a la del Bronce (1700 a. C.) y la llamada Edad del Hierro (finales del II milenio) que enlazará con la entrada de Soria en la historia.

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