Ignacio Lozano: “Estoy a punto de cortarme la coleta en España, pero antes tengo el sueño de torear en los Sanjuanes”

Ignacio Lozano, conocido como ‘El Mestanceño’, es natural de Mestanza, de ahí su apodo en el mundo del toro. Tiene raíces sorianas, pues su padre era de Las Aldehuelas, al lado De San Pedro Manrique, pueblo al que se ha mudado y en el que se ha empadronado recientemente.

Su afición por el toreo apareció desde que era muy pequeño, pues en su municipio natal “hay mucha afición”, cuenta a Soria Noticias. Pero, no fue hasta que cumplió los 16 años cuando “comencé realmente y, a partir de ahí, poco a poco, pasando penas, fue formándome”, añade.

Su carrera iba bien encaminada hasta que el 2017, su gran amigo, Iván Fandiño, falleció por una herida de asta de toro en una corrida celebrada al sur de Francia. “Ahí dejé de lado los toros porque no era capaz de ponerme delante de uno”. Poco después decidió marcharse a trabajar a Ibiza, pero “decidí volver por motivos familiares a casa. Y, cuando vi en el armario los trastos, me decidí a ir a una capea en la que toreé cinco toros. Salí en varias noticias y fue entonces cuando volvieron a surgir nuevas oportunidades”, recuerda con emoción.

Un mes después, uno de los ganaderos de los ‘Hermanos Lozano’ le llamó porque echaban un toro en Moraleja, un pueblo de Cáceres, al cual no quería torear nadie, y “me pidieron que lo hiciera yo”. Tras esto, “me invitaron a ver una corrida de Antonio Ferrara. Yo estaba viéndolo desde la barrera y el maestro se acordó de mi”, pues una vez que vio asomar el pañuelo verde, se dirigió al palco y pidió permiso al presidente con las siguientes palabras: «Señor, presidente, este novillero sin caballos se está jugando la vida de pueblo en pueblo con toros. Vamos a darle la oportunidad de matar el toro que usted acaba de devolver», “me dio la espada y la muleta y, vestido de calle, maté al toro”, recuerda.

Este fue uno de los momentos más especiales de su vida en el mundo del toreo, que además le abrió las puertas tanto a nivel nacional como internacional. “Carlos Aragón me llamó para darme tres tardes en las que vestirme de luces aquí en España. Y, entre medias, también me llamaron para torear en México durante cuatro meses”, afirma.

Esta etapa en Norte América fue una de las más ilusionantes de su vida, pues empresarialmente le acogieron muy bien, algo que no le sucede aquí donde, asegura que, “los empresarios españoles no se están comportando a la altura de las circunstancias”, cosa por la que se está replanteando “cortarme la coleta en España”, aunque primero “tengo el sueño de torear en los Sanjuanes”.

Por el momento, su idea es volver a México en abril de 2025 y “quedarme durante otros seis meses”, pues allí ya se forjó un nombre bastante conocido como novillero con caballos, aunque, cuenta entre risas que, “al principio les costaba mucho decir ‘El Mestanceño’ porque era algo que no habían oído nunca”. Cruzando el charco tuvo, y volverá a tener, la ocasión de torear en la ganadería de ‘Ranchoseco’, una de las más prestigiosas del país mexicano, y de cuya finca salió el famoso toro que saltó y se metió dentro de la grada.