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Quintanilla de Tres Barrios conmemora el día de la Atalaya

Quintanilla de Tres Barrios conmemora el día de la Atalaya

El día ha comenzado con la procesión que parte de la iglesia de San Lorenzo Mártir hasta la Ermita de Nuestra Señora de la Piedra.

De las tradicionales con mayor raigambre en la localidad, ésta pasa por ser la más considerada. Quizá porque en el pasado formaba parte, junto al día de la Ascensión, de la fiesta secundaria.

El programa comienza de buena mañana. Décadas atrás los vecinos tomaban pastas y aguardiente en la Casa Consistorial. En la actualidad se inicia con la procesión que parte de la iglesia de San Lorenzo Mártir hasta la Ermita de Nuestra Señora de la Piedra, antiguamente tuvo también por nombre el de Nuestra Señora de la Fuente (que bien pudo ser el de la Asunción). La imagen de la Virgen y de sus padres, el estandarte, la Cruz y el pendón, son portados en solemnidad hasta el lugar de culto, donde se celebra la ceremonia.

Al finalizar la misma, el grupo de asistentes se separa. Por un lado, las mujeres regresan al pueblo y por otro los varones enfilan de nuevo en procesión (con las insignias) hasta la torre vigía, distante un par de kilómetros aproximadamente. En parte del trayecto se reza el ora pro nobis, al tiempo que se oye el tañido de las campanas de la iglesia. Espacio para el culto en solemnidad que tiene lugar al partir de la ermita y en el último tramo al enfilar la Atalaya. El resto de él se hace distendido.

Alcanzada la cima, lo que sigue es un tiempo de asueto de un par de horas en concordia, armonía y un buen almuerzo, antiguamente de talego. En cualquier caso, un buen yantar entre olores y una extensa panorámica que se abre a sus pies. El regreso es una copia a la inversa. En la ermita les esperan las mujeres y una vez en el interior se ensalza la Salve. Con todo el bagaje de imágenes e insignias se regresa a la iglesia para de nuevo depositarlos en la estancia.

Se desconoce el origen de esta tradición y el substrato que lo genera. Tampoco se han hallado referencias documentales en los libros de la antigua Cofradía de Nuestra Señora de la Asunción que mencione el evento. Sigue siendo una incógnita.

Dos podrían ser las hipótesis, bien contrastadas. Bien pudiera tratarse de una jornada de convivencia solo para varones (ateniéndose a la antigua separación de sexos) dentro del contexto de la segunda fiesta de la localidad). ¿Pero, el porqué de la elección de la Atalaya para este encuentro con toda la parafernalia que acarrea el acto? ¿Y por qué solo y exclusivamente para esta ocasión se bebía el vino, donado por el pueblo, en copas de plata (a los forasteros se les servía por la parte de la base)?

Otra posible explicación llevaría implícitas connotaciones históricas, o algún referente bélico. ¿Acaso la conmemoración de una batalla? La torre vigía se halla enclavada en la línea fronteriza del valle del Duero, escenario de cruentas batallas (vado de Cascajar, año 988) entre moros y cristianos en plena reconquista, combatiendo por la supremacía del territorio en este alfoz de San Esteban, El Burgo de Osma, Gormaz, etc., y como protagonista relevante el conde Fernán González.

En este enfoque bélico se puede ver también cierta similitud con la partida de las mesnadas a luchar contra el infiel o enemigo. Oír misa de buena mañana, antes de la partida. La entrega de las viandas de las mujeres a sus guerreros. El acompañamiento del pendón y el estandarte, como en la época medieval, encabezando la marcha. Pero tampoco difiere mucho de las tradicionales rogativas en súplicas de agua surcando los caminos para reunirse en la villa sanestebeña o en la episcopal.

En cualquier caso, la culminación de la procesión en semejante punto estratégico y el motivo del asentamiento, el almuerzo, conforman una mezcolanza de posibilidades no fáciles de descifrar. Se mezcla lo religioso y lo recreativo, lo que dificulta entender el verdadero motivo y origen de tan singular romería.

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