En su día especial, cuatro frikis sorianos nos llevan de la mano a conocer sus mundos un poco mejor. Los wargames, el LoL, las Magic y el anime tienen ya poco de minoritarias, pero no siempre fue así.
“Friki se nace, no se hace”. Sergio Moreno, ‘wargamer’ y presidente del Club de Aeromodelismo Soria lo tiene muy claro: el frikismo es una forma de vida. Desde que era pequeño los mundos de fantasía le han atraído como un imán: películas, libros, miniaturas… “Mis padres aprendían sobre juegos de mesa para jugar con el niño”, recuerda. Muchos frikis empiezan así, con un interés de la infancia que va evolucionando. En el caso de Bea Tarancón, jugadora y árbitro de Magic, el detonante fue su primera Super Nintendo; en el de Mariano Marco, ‘gamer’, los juegos de Pokémon; y en el de Javier Villar, ‘otaku’, series como Shin Chan o Dragon Ball. “Luego hay quien le da continuidad y quien no. Con 12 años yo estaba viendo Naruto y mis amigos le dedicaban más rato a jugar a la Play”, cuenta Javier.
"Lo que ha traído problemas a la gente no es ser friki, es el estigma del rarito"
Mucho ha cambiado desde que estos cuatro sorianos se sumergieron en el mundo friki. Sus hobbies no siempre fueron socialmente comprendidos, pero no han dejado que eso les afecte. Porque, destaca Sergio, “lo que ha traído problemas a la gente no es ser friki, es el estigma del rarito”. Cuando alguien intenta reírse de él con el clásico “mira el friki este”, él responde “que sí, que totalmente de acuerdo”. Cree que ya existe “mucha más libertad para hablar de estas aficiones, aunque sean diferentes”, pero hubo un tiempo en el que no era tan sencillo explicar por qué los ‘wargames’ no sólo son divertidos por ser juegos de mesa tácticos, sino también por permitirte pintar tus propias figuras; o por qué es relajante construir y volar tus propios aviones.
“Hace 20 años la gente se escondía, no quería que la tachasen de rarita”, lamenta Mariano. “Cada uno tiene sus gustos” y a él le gusta el League of Legends (LoL), un juego online de estrategia por equipos que consiste en destruir primero la base enemiga. Y Javier reconoce haber tenido mucha suerte con su entorno, aunque le molesta mucho un prejuicio todavía muy extendido: “Este es ‘otaku’ así que no se ducha, o no sale de la habitación porque sólo ve series”.
Estos sorianos están encantados de que cada vez más personas se vean reflejadas en el término ‘friki’, al ir desprendiéndose de connotaciones negativas. De hecho, Javier defiende que “si vas por la calle preguntándole a la gente si es friki, 7 de cada 10 te van a decir que sí”. Creen que a la hora de visibilizar este tipo de ocio, plataformas como YouTube o Twitch, y series como Stranger Things o Juego de Tronos han jugado un papel fundamental. También influyó, añade Sergio, el confinamiento, porque obligó a muchos a buscar nuevas formas de “mantener el cerebro despierto”. Cada vez más gente se interesa por sus hobbies; y logotipos que en sus inicios sólo apreciaban unos pocos, como los emblemas de superhéroes, adornan ahora millones de camisetas en todo el mundo, liberando a quienes quieren lucir con orgullo su pasión “sin que les señalen”.
"Hace 20 años el friki se escondía, no quería que le tachasen de rarito"
Javier Villar lo ha notado mucho. Su afición por la cultura japonesa, en concreto por sus series y cómics (anime y manga) le valió un hueco en la comunidad ‘otaku’. Ahora, le complace ver que el género de animación en sí se está desligando cada vez más de la idea de que, “como son dibujos, son sólo para niños”. Y es que gracias a este cambio de perspectiva social llegan al anime muchos nuevos adeptos, dispuestos a disfrutar de “tramas para adultos, muy delicadas”, y de historias que van más allá de la oferta tradicional hollywoodiense.
Hay mundos en los que resulta más complicado entrar, como el de las Magic, un juego de cartas coleccionables de fantasía. Generalmente en un uno contra uno, ganará quien sea capaz de acabar con la vida del oponente empleando su propio mazo, gracias a miles de hechizos y criaturas que, primero, hay que aprender. Por eso, Bea celebra cada nueva incorporación a la comunidad y lamenta que haya quienes “se creen con más derecho sobre algo por haber empezado antes”.
En el mundo friki no todo es idílico y hay comunidades problemáticas. Mariano cree que “la del LoL es una de las difíciles”, por el anonimato que ofrece el chat. Bea no quiere caer en la demonización de ningún grupo, algo que considera que sucede bastante en los medios de comunicación con este tipo de ocio. Cree que “no hay comunidades tóxicas, sino individuos tóxicos”, ya que estos comportamientos aparecen habitualmente en contextos de fanatismo.
"Estoy abierto a todo, nunca me cierro puertas a nada por considerarlo raro"
La integración de las mujeres en entornos ‘frikis’ es también un nivel difícil de superar, especialmente en ‘wargames’ y cartas. Bea opina que es por “puro marketing de las marcas”, basado en roles de género tradicionales. Aun así, reconoce que entrar en estos mundos es, a veces, abrumador: “Si eres la única chica en un torneo de Magic vas a llamar la atención y aunque el resto de jugadores no tengan mala intención, si eres tímida eso puede ahuyentar de primeras”.
Este tipo de ocio es, en ocasiones, caro. No solo requiere una gran inversión en la colección o los elementos necesarios para jugar, sino que a eso hay que sumarle el coste de viajes a torneos y convenciones. “La gente piensa que estás tirando el dinero, pero a mí una persona que se gasta 50€ en cubatas cada noche también me parece que tira el dinero. Es cuestión del punto de vista”, comenta Bea. Además, estos elementos tienden a revalorizarse y su reventa puede reportar importantes beneficios económicos para el coleccionista.
"Muchos piensan que estás tirando el dinero, es cuestión del punto de vista"
Muchos siguen asociando estos hobbies con la soledad. Hasta para Javier fue “un choque de realidad” su primera convención, cuando se dio cuenta de no era el único: “hay mucha más gente como tú de la que piensas, con tus mismos gustos”. Fue el padre de Sergio el que le llevó a su primera exhibición de aeromodelismo y ahora es él el que está ayudando a su padre a construir su primer avión. “Haces club, pasas tiempo con gente a la que le gusta lo mismo que tú y os ayudáis a solucionar determinados problemas”, cuenta el modelista. Para Bea, lo mejor de ser friki es toda la gente a la que ha conocido, entre ellos su actual pareja. Y su historia “no es única”.
Gracias al anime, Javier ha ampliado sus horizontes: “nunca me cierro puertas a nada por considerarlo raro”. Y Mariano reconoce que pasar tiempo jugando solo o con gente muy similar a él le ayuda a entender mejor sus emociones. Y por eso, para él, “lo mejor de ser friki es conocerte mejor a ti mismo”.