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Los sampedranos y su noche más especial

Los sampedranos y su noche más especial

Este rito milenario ha tenido lugar, como cada año, esta noche de San Juan, para el disfrute de un pueblo completamente volcado.

Cada noche de San Juan, las miradas del mundo entero se posan en San Pedro Manrique. Y no es para menos, su Paso del Fuego es una experiencia hipnótica. Los intermitentes brillos de su incandescente alfombra de ascuas; el silencio que se hace en el anfiteatro de la Virgen de la Peña cuando el pasador está a punto de empezar y el furor en el que estalla cuando ha completado su prueba; las tensas respiraciones de quienes les esperan al terminar; los gestos de los incrédulos que asisten a este ritual por primera vez… Mil detalles únicos que convierten este espectáculo en una experiencia inolvidable y que esta noche se ha celebrado una vez más. Pero esta fiesta, declarada de Interés Turístico Nacional es, y siempre será, de los sampedranos.

Sampedranos como Rafael, que poco antes de las 9 de la tarde ultimaba la pila a la que, a la hora en punto -como manda la tradición-, se prendería fuego. Dos toneladas de madera destinadas a consumirse en pocas horas para convertirse en ascuas y formar la más singular de las alfombras. A Rafael y el resto de hurgoneros les quedaban por delante horas de preparación para reducir y reducir cada ascua hasta alcanzar el tamaño perfecto. Una técnica cuya perfección solo la otorgan los años de experiencia, en su caso, 30. “Si no dejas todo bien nivelado hay más posibilidades de que se quemen. No es lo mismo pisar una alfombra bien hecha, bien apelmazada y lisa, que otra con ascuas más altas que otras y que pueden hacer que se retuerzan el pie”, explicaba a Soria Noticias.

Sobre las ascuas, pero sin pisarlas, pasarían Andrea Sánchez, Celia Cantero y Andrea Lafuente, las tres móndidas de este año, sobre los hombros de tres especiales pasadores. Bien como homenaje a aquellos que ya no están o bien por la ilusión de formar parte de la historia del pueblo que tanto adoran, las protagonistas de las fiestas reconocían que formar parte de esta terna es "la ilusión de todas las chicas de San Pedro".

Y mientras todas las piezas iban encajando en su lugar, Alberto manejaba los nervios, sabiendo que en cuestión de horas sería uno más de la veintena de pasadores que cruzaran el resultado del concienzudo trabajo de hurgoneros. Cuando el reloj marcara las 12, debería pasar el fuego por primera vez. Sin embargo, su cabeza se despejaba al verse frente a las ascuas, ya listo para dar 10 pasos eternos -firmando uno de los mayores números de pisadas de la noche- que harían honor a la estirpe de pasadores de la que proviene. Su padre debutó a los 14; él, esta noche, a los 20. “Sentía que ya era el momento”, decía a Soria Noticias después de cruzar y entre los abrazos de aquellos que no podían esperar a felicitarle por su hazaña. “Es increíble”, añadía, aunque también reconocía que, de la emoción, no se acordaba de nada.

Para Janire esta era su segunda vez, quince años después de la primera. “Siempre he tenido ganas de volver a pasar y sentía que en este momento tenía que hacerlo”, nos explicaba mientras su hija, Alaia, posaba con cariño su cabeza sobre el hombro de su madre. “Lo ha hecho muy bien”, decía la pequeña, orgullosa.

Y así, historia a historia, paso a paso, llegaba a su fin en menos de media hora esta emocionante ceremonia, un rito milenario que conecta a los sampedranos con su tierra y sus antepasados.

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