Joaquín García, vecino del Zayuelas, cuenta cómo hace 100 años se unieron tres localidades para realizar la compra del coto al Conde de Adanero con el fin de conseguir la libertad de los vecinos.
Zayuelas conmemoró, el pasado sábado, 10 de agosto, los 100 años de la compra del coto y, para ello, homenajeó a todas aquellas familias que lo compraron con gran esfuerzo.
Según cuenta Joaquín García, vecino del pueblo, “fue una compra muy importante para la zona, pues se sabe que, por aquel entonces, los habitantes llevaban una vida muy parecida a la de los esclavos o a los siervos de la Edad Media”. Tanto es así que, pasaban la mayor parte del día trabajando en el campo sin parar.
“Cada familia tenía arrendados unos terrenos para el cultivo y la casa. Con lo que sacaban de la cosecha tenían que pagar una renta, que era muy alta y que aumentaba cada seis años de manera desorbitada, y con lo que les quedaba tenían que sobrevivir todo el año”, afirma.
Esta realidad acompañó a los habitantes de la zona hasta el año 1923, cuando “un vecino de Santervás, se acercó a El Burgo para pedir ayuda y, al día siguiente, se reunieron en Fuentearmegil con casi todos los vecinos de este pueblo, Santervás y Zayuelas”. En este encuentro se decidió dar poderes por escrito a Juan José de Pablo, quien sería el encargado de ponerse en contacto con el Conde de Adanero para ver si quería vender las tierras.
Las negociaciones fueron fructíferas, y a partir de ahí se iniciaron los contactos con los administradores del Conde para, finalmente, obtener la respuesta de que estaban dispuestos a vender.
La compra se formalizó por 575.000 pesetas, y para pagarlo “tuvieron que juntar todo el dinero de todas las familias del coto, que aportaron entre 1.000 y 3.000 reales cada una. Peor, aún así no llegaban a esa cantidad”, asegura el vecino. Es por ello que, para alcanzar dicha cifra, Juan José de Pablo y Felipe del Amo facilitaron una buena aportación, a lo que Luis Ayuso prestó otra gran suma. En 1924 se le pagó la cantidad de 401.000 pesetas al Conde, quedando a deber 174.000 pesetas, de las que salió fiador Ayuso.
A partir de ahí, la situación para las familias fue complicada, pues habían gastado todo el dinero en hacer dicha compra. Sin embargo, la misma valió la pena, “fue un gran acto porque, una vez compraron los terrenos, se podían organizar y pudieron aumentar de forma considerable las cosechas”, ya que no tenían que dejar las tierras más fértiles a los nobles para cazar.
Poco a poco, la zona fue recuperándose económicamente, y sobre todo, y más importante, los vecinos del lugar “consiguieron la libertad”.