El 'nuevo' cementerio de la localidad anegada por el embalse recobra su propósito con nombres y apellidos.
Emotivo y entrañable el acto de recuperación este domingo del que fuese 'nuevo' cementerio de La Muedra, construido para albergar los difuntos de la localidad pinariega, anegada por las aguas del hoy embalse de la Cuerda del Pozo. Fue en 1936 cuando los vecinos de esta localidad, perteneciente a Vinuesa, tuvieron que abandonar su pueblo por las obras del pantano, que fue inaugurado en 1941. Pese a las peticiones de los muedrenses para mantener lo suyo, finalmente fue negociado con el Gobierno de entonces el traslado de los restos existentes en el antiguo recinto funerario a uno nuevo, además de compensaciones económicas.
Los habitantes de la población, cuya traza puede ser observada cuando los niveles de agua se hallan bajos, además de la torre de la iglesia, partieron hacia localidades cercanas, como Vinuesa, Molinos de Duero, Salduero y El Royo. También hubo quienes emigraron a América, donde tenían familia que con anterioridad había 'cruzado el charco' en busca de un mejor futuro. Los alcaldes de los municipios han estado presentes, encabezados por el regidor visontino, Juan Ramón Soria.
En unas breves palabras, el alcalde ha referido, con una gran emoción, que Vinuesa "estaba en el debe" con La Muedra, saldada ahora con la recuperación del cementerio donde se hallan en una fosa común, los restos de quienes moraron en el pueblo hasta que los vivos tuvieron que partir. De hecho, el edil desciende de La Muedra ya que una de sus abuelas, aún con vida, fue una de las personas que dejaron atrás sus casas y propiedades.
"Es volver a nuestros orígenes", ha referido Soria, quien ha agradecido a la Diputación y a la Junta su labor para materializar este proyecto. El recinto se hallaba con maleza, casi escondido y ahora ya puede ser visitado. Con motivo de esta puesta de largo, ha sido descubierto un monolito a la entrada para dar constancia del acto.
La adecuación sido diseñada por la Diputación, donde ha sido diseñado un emblema para marcar su identidad. Una 'M' mayúscula, semisumergida entre las aguas da constancia del sellado del pueblo por estas, y también, la parte de la letra que aflora significa el sacrificio y la esperanza de los vecinos de entonces.
La piedra el acero son también protagonistas de estas señas que reivindican la fortaleza de aquellas gentes. Junto a ello, han sido plantados dos cipreses, simbolizando la vida después de la muerte. También ha sido plantado un almendro, árbol que simbolizaba en las culturas griega y romana el amor eterno. Además, han sido instalados once paneles con los nombres de los difuntos cuyos restos fueron trasladados allí, con más de dos centenares de nombres. "Son muchos más, pero con la Ley de Protección de Datos no es posible aumentar el listado. Con el tiempo y pasados los plazos se irán incorporando", ha matizado Soria.
Guiño poético, a mayores, con versos de Machado, Gerardo Diego y Bécquer.
El cementerio alberga también un espacio donde reposan los restos de no creyentes, ha explicado el alcalde, quien por otro lado, ha referido que el Ayuntamiento consultará ante Sanidad sobre la posibilidad continuar con su fin para quienes ahora en vida, quieran reposar tras su óbito junto a sus familiares.
El homenaje a "las familias que partieron y para que no se pierda a la memoria", ha contado con la presencia de un centenar de personas, descendientes de La Muedra. El pueblo, cuando cerró, contaba con un censo de 330 habitantes.
Del anterior cementerio fueron recuperadas algunos de los elementos funerarios que ahora siguen dando constancia del mismo, así como la cruz que corona el osario con los restos de los finados.
Entre las autoridades ha asistido el presidente de la Diputación, Benito Serrano, quien ha alabado el sacrificio que supuso para los muedranos el dejar atrás sus pertenencias y toda una vida, algo "que no se puede perder". Un gesto aquel de "desprendimiento por el bien de una comunidad". Ha resaltado también la riqueza, no solo turística que ofrece el embalse, sino además el agua que aporta para la agricultura, siendo regulador del Duero en Castilla y León. Un sentimiento que "debe de quedar patente".
Yolanda de Gregorio, delegada territorial de la Junta, ha ensalzado, igualmente, a aquella gente que "renunció a sus propiedades, a su historia y a su arraigo" por lo cual, este reconocimiento se hacía preciso oficiarlo. La adecuación servirá para mantener una seña de identidad y para que los descendientes de aquellos moradores "sepan donde llorarlos".
Un clavel a la entrada, entregado por personal de Cultura de la Diputación, ha servido como ofrenda floral para conservar la memoria de quienes allí reposan y para dejar constancia de aquella, cuando menos, situación acatada de manera admirable.
La galería del acto, en este enlace.