Nadie ha podido llegar al final de las grutas que conectan esta laguna con el mundo subterráneo. Junto a ella, se encuentra un impresionante sabinar que alberga ejemplares únicos.
Perdida entre los bastos campos sorianos se encuentra una laguna que conecta la tierra con el inframundo. Un singular monumento de la naturaleza cuyo inicio, o final, nunca ha sido encontrado. Puede que haya misterios que deban permanecer siendo, precisamente, eso.
El monumento natural de La Fuentona se encuentra en la sierra de Cabrejas, al noroeste de la provincia de Soria, en un área de transición entre la llanura del Duero y la sierra de Urbión. Se trata de una surgencia kárstica de aguas subterráneas en la que nace el río Abión, que con el paso de los milenios ha formado un pequeño cañón. Con una superficie de 232 hectáreas, este paraje está repartido entre los municipios de Cabrejas del Pinar y Muriel de la Fuente.
Abrigando el cauce del río se puede encontrar vegetación de ribera, como chopos o juncos, aunque también predominan la sabina albar y los pinos. El entorno está habitado por diversas especies animales. Los buitres leonados dominan el cielo; el gran número de cuevas de la zona favorece la presencia de murciélagos; y en las aguas del río se pueden encontrar truchas y cangrejos.
Pero lo más sorprendente del paraje no es lo que se encuentra sobre la tierra, sino lo que está justo debajo. El centro de este entorno es La Fuentona, conocida como Ojo de Mar y en cuyo lecho se ocultan un sinfín de grutas y galerías. Las profundidades de su 'ojo' continúan siendo una gran incógnita, incluso para quienes llevan más de cuarenta años estudiándolas. Recorrer sus galerías requiere un alto nivel de destreza en espeleología y buceo, y su exploración se ha cobrado ya la vida de cinco personas. Más allá de los 115 metros de profundidad que se alcanzaron en 2010, el mapa de las grutas es una gran mancha negra.
El reto de llegar al fondo de este misterio atrajo en 2001 al equipo de ‘Al filo de lo imposible’, el programa de RTVE en el que un grupo de aventureros se enfrentaba a algunos de los desafíos naturales más exigentes y arriesgados del mundo. Sus buceadores no lograron pasar de los 100 metros, y se despidieron de La Fuentona entendiendo que existen incógnitas que deben quedar sin resolver.
La abundancia en estas aguas de cangrejo de río autóctono convirtió su pesca en una fuente de riqueza económica y gastronómica en la zona. Antes de llegar al ojo de La Fuentona se pueden ver las ruinas de ‘La cangrejera’, un lugar en el que se almacenaban los excedentes de pesca. En los años 80 esta especie se vio diezmada por la llegada de otras nuevas, como el cangrejo rojo americano, que introdujo en las aguas un hongo mortal para los ejemplares autóctonos. Ahora están protegidos y no se pueden pescar.
Junto a La Fuentona se encuentra la reserva natural del Sabinar de Calatañazor. Con una superficie de 74 hectáreas, pertenece al municipio que le da su nombre y forma parte de la Red Natura 2000. En sus 22 hectáreas de bosque de sabina albar alberga algunos de los ejemplares más longevos de la península Ibérica. Tradicionalmente ha sido una zona ganadera, actividad que ha favorecido la pervivencia de la sabina frente a otras especies.
Su madera es muy resistente a la putrefacción, por lo que se ha empleado históricamente en el mundo de la construcción. Como curiosidad, en áreas de Soria, Burgos y Segovia la sabina recibe el nombre de enebro y los enebros se conocen como jabinos, un cambio de nombre que todavía hoy produce confusión.
El calzado cómodo es imprescindible para disfrutar de ambos espacios naturales y de las distintas rutas que se pueden seguir para recorrerlos. La mayoría de itinerarios son de dificultad baja y lineales, como la senda de La Fuentona, que llega hasta la laguna (de unos 2 km.) y la del sabinar, de 400 m. También hay rutas más largas, como la de Muriel a Calatañazor (5 km.) o la de Muriel a Cabrejas (11 km.). En épocas de lluvias o deshielo, la visita a La Fuentona no estará completa sin alargar la ruta unos cientos de metros para pasar por la cascada del Arroyo de la Hoz o Chorro Despeñalagua, aunque el resto del año está seca.
Se puede transitar en bicicleta por ambos espacios sin necesidad de solicitar permisos especiales, a no ser que se trate de grupos numerosos o pruebas deportivas. Para visitar cuevas y simas también será necesario ponerse, primero, en contacto con la Sección de Espacios Naturales de Soria. El baño en La Fuentona está prohibido y el espeleobuceo, muy restringido. Además, es importante dejar las portillas ganaderas tal y como las encontramos.
Visitar la casa del parque o contactar con sus responsables es un buen punto de partida. Situada en un palacio del s. XVI en Muriel de la Fuente, dispone de un área de atención al público, proyecciones y actividades para entender mejor la cultura y naturaleza de la zona. Se exponen, también, imágenes de las grutas. Las tarifas de la visita van entre los 0€ y los 3€, y los horarios de apertura dependen de la temporada. Sus servicios incluyen visitas guiadas.
El aparcamiento más cercano a La Fuentona (a 800 m. del Ojo) y el de la ermita de la Virgen del Valle están regulados en momentos de máxima afluencia de visitantes, estando en ese caso sujetos a una tarifa de aparcamiento. El precio depende del vehículo e incluye la entrada a la casa del parque. Existen otras opciones, como aparcar en el centro de visitantes, a unos 2 km. de la laguna, o en Muriel de la Fuente y caminar otros 2 km. En la zona hay varios establecimientos hosteleros, aunque conviene reservar con antelación.
Más información sobre este y todos los rincones de ensueño que esconde la provincia de Soria, en la web ‘Soria ni te la imaginas’ de la Diputación Provincial’.