Vivir de ilusiones

Siempre me han gustado los refranes españoles porque siempre me han demostrado que son grandes verdades. No hace falta que nos los aprendamos, pero sí que conocerlos forma parte de una batería de saberes que puede uno utilizar de vez en cuando y, sin exagerar, para que no le saquen aquello del “hombre refranero…”

Pero lo cierto es que los dichos, dimes y diretes de nuestros mayores se han ido repitiendo y se han hecho célebres no porque su rima fuera buena, ni su pronunciación fácil, sino por las grandes verdades que contenían, y porque un día si y otro también eran fiel reflejo del suceso cotidiano en la vida de todos nosotros.

Llevo tanto tiempo oyendo hablar a nuestros representantes en Madrid de la España vaciada, de la Soria necesitada, de la Castilla inhóspita y olvidada, que casi me estoy creyendo que poco a poco podemos terminar poniendo fin a todo ello.

Este año, con la manida Facultad de Medicina a la que aspiramos, tenemos baraja suficiente para jugar tres o cuatro partidas más. Está claro que la facultad no va a venir a Soria (qué más quisiéramos), y menos todavía teniendo León como aspirante a tal decisión, pero no por ello vamos a estar saliendo una y otra vez en el cartel de aspirantes eternos a conseguir algo positivo para la ciudad y la provincia. Aquí, al menos, nos queda la posibilidad de seguir pidiendo y, sabiendo que no nos dan, tener una pica en Flandes -o mejor en Valladolid-, con la que seguir haciéndonos oir, aunque los oídos a los que llegamos tengan muy poco miedo de nuestras voces.

Nuestro sistema sanitario se cae en pedazos. Se tambalea un día si y otro también por falta de profesionales, y se caerá del todo cuando empiece Valladolid a echar cuentas de las necesidades que, en determinadas especialidades tenemos, porque es evidente que tener todos los servicios en todos los centros sanitarios de cada área de salud es totalmente inviable.

Sólo hay una solución, que es la que nadie ha tomado de una manera coherente. Entendiendo que todo no puede estar en todos los sitios, habría que determinar, de una manera un tanto igualitaria, aún no lógica, que todos los territorios tuvieran al menos un foco de atención al que dirigirse desde provincias de esta comunidad autónoma, y no todos yendo a la misma. De esta forma, y aún siendo los menos en número, podríamos aspirar a que, igual que nosotros viajamos para tratamientos sanitarios, otros lo hagan desde su lugar de origen a éste nuestro hospital.