Estos cuatro jóvenes acudieron sin pensarlo para ayudar durante un fin de semana, sin embargo, al ver la situación y tras la petición por parte del Ejército para que les ayudasen a quitar vehículos, decidieron alargar su estancia. Comenzaron actuando en Picanya, pero finalmente se movieron a a Masanasa y Sedaví.
El ‘Comando Pinares’, como han bautizado en su pueblo a cuatro jóvenes que no dudaron en acudir a Valencia para ayudar con los destrozos de la DANA, han regresado a sus casas después de seis días de duro trabajo. Llegaron durante la madrugada del sábado, 2 de noviembre, con un cúmulo de sentimientos, cansancio e impotencia de “ver cómo se está gestionando todo y de que el sistema no está funcionando”, afirma Rubén Torres, uno de los voluntarios, pero con la satisfacción de haber ayudado en lo que han podido. Su misión comenzó el pasado viernes, 1 de noviembre, cuando, sin dudarlo cargaron su maquinaria y se desplazaron hasta Valencia para colaborar en las labores de limpieza.
Durante los primeros días actuaron en Picanya, a unos kilómetros de Sahagún, localidad en la que se alojaban. Sin embargo, dada la magnitud de la catástrofe, y ya con la maquinaria en pleno funcionamiento, el Ejército se puso en contacto con ellos para solicitarles que se desplazasen a otras zonas más afectadas. Fue así como, en convoy, se desplazaron a Sedaví, lugar en el que se unieron a un regimiento para trabajar. “Los primeros días trabajamos por el día y por la noche, pero luego les pedimos a los militares de actuar únicamente de madrugada. Veíamos que por el día había mucha gente ayudando y al final era un peligro mover la maquinaria”, afirma. Unas intensas labores que les llevaron a dormir “20 horas en total los seis días”.
Cuando estaban allí “el alcalde de Dos Aguas se puso en contacto con nosotros y nos ofreció una casa para que pidiéramos descansar”. Y, más tarde, cuando la Diputación de Soria tuvo conocimiento de las labores que estaban realizando “nos realojó en un hotel” junto a otros voluntarios sorianos que se habían desplazado también.
Finalmente las dos últimas noches de trabajos estuvieron en Masanasa, otro municipio muy afectado donde “la mitad del pueblo se encontraba sin luz. Fue muy impresionante cuando entramos por la noche. Estuvimos ayudando a la UME, buscando alcantarillas porque estaba todo completamente lleno de barro que alcanzaba los 40cm”, afirma.
Trabajar por la noche y en zonas muy tocadas por la DANA era diferente. Rubén asegura que la presencial policial aumentaba porque “se producían robos en algunas zonas”. A la par, eran conscientes de que en determinadas áreas en las que trabajaron había víctimas mortales. “Veíamos ambulancias y otros vehículos que indicaban que algo grave había ocurrido. Además, fue muy duro ver de cerca el sufrimiento de la gente que lo había perdido todo”.
Estos jóvenes “han puesto su granito de arena” en el que han conseguido quitar 1.500 coches, una labor que se complementó "al resto de voluntarios que también llevaron sus máquinas e hicieron una gran labor". Pero aseguran que “lo que más va a hacer falta en los próximos meses va a ser más equipo para seguir limpiando. Hay muchos lugares que aún están completamente saturados, y si las empresas privadas no intervienen, el trabajo será casi imposible, ya que los Gobiernos y el Ejército no tienen suficientes recursos para hacer todo lo que es necesario”, cuenta. Es por ello que, a pesar de que tienen que atender sus compromisos laborales, aseguran que, están dispuestos a “seguir aportando, ya sea enviando ropa y enseres que puedan ser útiles para las familias afectadas”. Igualmente, y más adelante, no descartan regresar para seguir sumando en esta catástrofe.