Tras retirarse del voleibol profesional, el mítico jugador ha empezado su andadura en los banquillos, entrenando al filial del Río Duero en Primera Nacional. Su reto: seguir la filosofía del primer equipo.
Manu Salvador se despidió de las pistas de voleibol el pasado mes de mayo, después de dos décadas increíbles en las que se consolidó como uno de los mejores jugadores del país. No obstante, su historia con este deporte no acabó allí. Después de haber entrenado hace varias temporadas a equipos muy jóvenes, este decidió sacarse el título de técnico para afrontar una nueva etapa profesional en su vida. A pesar de dar ese paso, el mítico jugador de Coslada quería esperar un tiempo para embarcarse en esta nueva aventura: “El coordinador de las categorías inferiores, Ismael De Miguel, me propuso que cogiera este conjunto, pero le contesté que ni de coña. Acababa de ser padre”. Sin embargo, su amor por esta práctica y el apoyo de su familia, principalmente de su mujer, le hicieron cambiar de opinión. “Era la única posibilidad real de seguir ligado al voleibol”, manifiesta.
En ese sentido, Salvador reconoce que sin todos sus seres queridos hubiera sido imposible: “Sin ir más lejos, en estos momentos está mi madre dando de cenar a los niños. Toda nuestra familia siente al Río Duero como algo propio”.
Una vez tomada la decisión, este se convirtió en el flamante nuevo entrenador del filial del Río Duero Soria en Primera Nacional. Los celestes, que consiguieron el ascenso el pasado curso, afrontan una campaña muy ilusionante en la que quieren demostrar su potencial en la tercera categoría del voleibol nacional, ante equipos físicamente más fuertes y con jugadores con una amplia experiencia en divisiones superiores.
Durante estas primeras semanas en el banquillo soriano, Manu Salvador está intentando seguir una línea continuista con el primer equipo. Hablando de manera habitual con Alberto Toribio, el preparador busca que los jugadores tengan claro lo que deben hacer en caso de ser llamados por el combinado de Superliga: “Desarrollamos el mismo sistema de juego y los entrenamientos son muy similares. Los adaptamos a nuestra exigencia”. Con cuatro sesiones a la semana, el nuevo míster trata de crear un equipo duro. En esa dirección, recalca que es fundamental que “se nos conozca como una escuadra que defiende, que bloquea y que está muy bien organizada en la pista”. Aunque todavía ve lejos alcanzar ese reto, “ya que nos faltan muchas horas de trabajo”, Salvador se muestra optimista con los avances de los suyos tras las primeras jornadas disputadas.
De esta manera, el técnico busca, además de desarrollar a los jóvenes talentos sorianos, dar forma a un cuadro competitivo que pueda sacar victorias en Primera Nacional y conseguir la permanencia. “Todavía tenemos que conocer más a los rivales. Cuando seamos más duros podremos sacar mejor los encuentros”, apunta.
Consciente de que acaba de empezar en este mundo, Salvador explica que todavía se está acostumbrando a todo lo que conlleva ser entrenador: “Requiere una implicación máxima y ha cambiado toda mi rutina”. En su etapa como jugador, indica que se ponía el modo entreno 10 minutos antes de saltar a la pista, “mientras que ahora tengo que echar muchas más horas en el pabellón”.
A tal efecto, señala que aún tiene que aprender muchísimo, adaptándose a las necesidades de los chicos: “Va a ser un proceso largo. Después de tantos años con Alberto Toribio me he dado cuenta de que me falta mucho para poder entrenar en Superliga”.
A ese respecto, afirma que tiene que mejorar mucho en cuanto al estudio del rival o al manejo de programas informáticos para poder alcanzar un sueño que por ahora deja aparcado: “No me veo ni cerca de lograrlo”.
Rodrigo Jiménez y Tomás Zazo compartieron con Manu Salvador vestuario en el combinado de Superliga las últimas campañas. Sin embargo, ambos jugadores, que alternan el primer equipo celeste con el filial, se encuentran en este comienzo de campaña bajo las órdenes del técnico madrileño.
“La verdad es que al principio fue un poco raro”, expresa el joven líbero de 19 años. Ahora, este no duda en deshacerse en elogios hacia una persona que “es un placer tenerla en nuestro banquillo. Tenemos mucha suerte de contar con él”.
Por su parte, otro de los pesos pesados del segundo equipo del Río Duero, Sergio Martín, reconoce que se esperaba a un Salvador “bastante más estricto”. Con todo, ambos coinciden en que lo que más les pide en los entrenamientos es que tengan actitud y ganas de aprender, al tiempo que también hace hincapié en que jueguen ordenados. “De momento da imagen de entrenador más tranquilo de lo que es, pero poco a poco se le van viendo sus ganas y su competitividad”, apuntan unos pupilos que le auguran un futuro muy prometedor como técnico de voleibol.
De esa manera, con sus indicaciones, las jóvenes promesas sorianas quieren seguir creciendo para desarrollarse como jugadores e intentar dar el salto en un futuro a la máxima categoría nacional. “Mi sueño sería poder vivir de esto”, indica Sergio Martín.
Para lograrlo, Salvador les transmitirá durante este curso todos los conocimientos que le llevaron a convertirse en una auténtica leyenda de este deporte a nivel nacional e internacional. El nuevo Manu ya es una realidad y el mundo del voleibol lo celebra como se merece dentro de su hogar, la pista de Los Pajaritos.