Descrubrimos unos bombones que resultan ideales para el broche de las comidas y cenas que están por venir. En solitario resultan deliciosos, pero también se pueden combinar con tartas o vasitos para propuestas completas.
En Ágreda, los huertos y los hortelanos guardan con mimo un secreto que les ha otorgado el poder de presumir de un producto único. El cardo rojo de Ágreda es característico y singular, tanto por la forma de cultivarse (arropado en los llamativos canteros de forma mayoritariamente artesanal) como por su excepcional calidad.
La privación de luz y el alto contenido en hierro del terreno, le otorgan ese tono rojizo tan particular y consiguen que se le quite el amargor a la vez que lo ablanda y reduce su aspereza. Por ello el cardo rojo de Ágreda es exquisito cuando se prepara cocido con una salsa de almendras, por ejemplo. Pero, y esto también es único, se puede consumir en crudo.
Siglos de historia, y de tradición heredada generación tras generación, han conseguido preservar su esencia hasta nuestros días. Además, el paseo hasta las Huertas Árabes y el placer de la conversación con quienes están a su cargo es todo un regalo.
Para descubrir el cardo rojo de Ágreda en todo su potencial, los vecinos nos recomiendan consumirlo crudo y aliñado, como si de una ensalada se tratase. Es importante limpiarlo bien y trocearlo para después rizarlo en agua fría. Con un poco de aceite, vinagre y ajo se descubre una verdura suave y deliciosa.
Se puede cocinar de otras mil formas distintas y eso se descubre en las Jornadas del Cardo Rojo que cada año se celebran en Ágreda. Los bares y restaurantes de la Villa de las Tres Culturas particicipan preparando tapas y menús con este producto como protagonista y con cada elaboración se descubren con cientos de matices.
Además, hoy aprendemos que el cardo rojo también admite convertirse en postre. El pastelero Juan Carlos Lavilla ha ofrecido un showcooking en el Palacio de los Castejón en el que , entre otras propuestas, los presentes han observado cómo preparar bombones de cardo rojo de Ágreda.
En primer lugar, es obligado también para la versión dulce introducir el cardo en agua fría para rizarlo. Después se coloca sobre papel absorvente y se seca con un secador para quitarle toda la humedad.
Se funde chocolate con un 70% de concentración y se añaden 100 gramos de manteca de cacao. Con el chocolate fundido, se bañan los trozos de cardo en él y de deja solidificar el cacao. El pastelero nos asegura que el bocado queda "muy crujiente por fuera y extremadamente jugoso por dentro". Un manjar para poner el broche a todas las comidas y cenas que están por venir durante estos días.