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Sobre ruedas: un día con un médico rural

Sobre ruedas: un día con un médico rural

La sanidad rural sorprende desde dentro. Presencial, accesible y pausada, permite una atención personal que los pacientes agradecen. Lo descubrimos con Javier Ayllón, médico veterano de San Esteban.

Son las ocho de la mañana y en el centro de salud de San Esteban de Gormaz amanece como en el resto de centros de salud de Castilla y León. La actividad es intensa, pero ordenada. La rutina ha engrasado bien los mecanismos y cada uno de los 32 profesionales que componen la plantilla (médicos, enfermeras, pediatra, fisioterapeuta, matrona, trabajador social, administrativo y celador) conoce sus funciones y quehaceres.

Entre todos ellos, los médicos de familia revisan las tareas pendientes y planifican sus agendas. Javier Ayllón, uno de los veteranos, nos enseña la suya. Hoy toca visitar a sus pacientes de Zayas de Torre, Bocigas de Perales y Langa de Duero, unos 60 kilómetros antes de las 15:00 horas para “llegar hasta el último pueblo y ser, realmente accesibles a todos”, expresa el facultativo.

Antes de arrancar el coche, Ayllón debe cumplir con otra importante misión: la formativa. Desde hace nueve años, el centro de salud de San Esteban está acreditado como unidad docente y recibe residentes de medicina. Durante una hora, Javier Ayllón imparte contenidos teóricos a jóvenes que le darán pronto el relevo, los médicos que eligieron la provincia para completar su especialidad. Nos presenta a Javier López, un médico interno residente llegado de Las Palmas que realiza su rotación con él y le acompaña durante la jornada para empaparse de la práctica.

Javier Ayllón, que acumula más de tres décadas de experiencia, habla y Javier López, con una vida por delante y “todo por aprender”, escucha. Al más joven se le iluminan los ojos cuando su ‘maestro’ se refiere a la medicina familiar y comunitaria, una especialidad que en el ámbito rural adquiere particularidades más que interesantes. “Atendemos a menos pacientes, yo personalmente llevo unas 450 tarjetas sanitarias, y normalmente siempre son los mismos. Podemos dedicarles más tiempo que en un ambiente urbano y las relaciones son más cercanas. En localidades tan pequeñas muchos vecinos se acercan al consultorio solo por saludar, les da confianza saber que estamos ahí y por eso tenemos que seguir estando ahí”, expresa un profesional “convencido” de la “necesidad” de la presencialidad en la medicina.

López asiente y confiesa que eligió esta provincia precisamente por lo que otros consideran negativo. “La medicina familiar es una medicina interpretativa y el ambiente rural permite valorar cómo se siente el paciente y su ambiente biopsicosocial”.

Médico, sobre ruedas

Los dos profesionales salen del centro de salud de San Esteban y se montan en el coche. Ayllón toma los viajes “como algo propio del trabajo”. Asegura que “me encanta ir a los pueblos” y confiesa que, aunque hay ocasiones que, por ley, no estaría obligado a desplazarse cuando no se han solicitado citas, “acudo igualmente porque conozco las circunstancias de mis pacientes: personas mayores y con dificultades para entenderse con las nuevas tecnologías”.

Han llegado a su destino. Aparcan frente al consultorio médico de Zayas de Torre. No cierran el coche, una cuestión de confianza que esconde un matiz pícaro: “Alguna vez, al irme del pueblo, me he encontrado en el asiento del copiloto unos tomates o una botella de vino. En los pueblos somos así”, bromea el médico de San Esteban de Gormaz.

En la puerta de la consulta ya espera ‘don Nicolás’. Acude a su revisión de control y antes de despedirse recibe una pequeña bronca muy típica de doctor. “Hay que caminar un poco para bajar peso”, le aconseja. Ayllón explica que la especialidad de un médico rural es la patología crónica. La mayor parte de sus pacientes son personas mayores y sus dolencias son las comunes en estas edades. Artrosis, hipertensión, diabetes... “Requieren más tiempo y seguimiento, pero afortunadamente en el medio rural lo tenemos”, refiere.

El siguiente pueblo a visitar es Bocigas de Perales. Felisa Peñalba recibe con una amplia sonrisa a los dos Javieres. Ella viene a “recoger unos papeles” necesarios para controlar ese “pequeño ictus” que llegó de sorpresa. Con 75 años, asegura que es últimamente cuando “doy más guerra al médico” porque “de joven ni lo pisaba”. Lo mismo le ha pasado a su marido y ahora son dos habituales del consultorio.

Ayllón pregunta por el hijo de ambos. Felisa cree que es mejor que no lo conozca, pues “significa que está sano”. El médico le corrige: “Que venga ahora y así igual evitamos que enferme”. Y es que “además de la función asistencial, pues curamos a los enfermos, no se puede olvidar la labor preventiva”. Por ello, en San Esteban se saca un hueco para la promoción de la salud. Se hacen charlas enfocadas a grupos seleccionados para intentar trasladarles la importancia de buenos hábitos o cómo prevenir conductas de riesgo. “Las personas suelen responder bien a estas iniciativas porque el que se las está recomendando es su médico de confianza, es lo bueno que tiene la Atención Primaria”.

Javier Ayllón, médico de familia

Javier Ayllón. /María Ferrer

Tiene 64 años y está a punto de jubilarse. Recuerda que comenzó a ejercer con 22 años. Las condiciones eran infinitamente peores: “El material era el que nos habíamos comprado y teníamos que encontrar en los libros lo que necesitábamos”. Ahora hay “muchos más” medios e internet “ayuda” al diagnóstico, pero “se ha perdido un poco la faceta humana”.

Javier López, residente

Javier López /María Ferrer

Ha cumplido 37 años y se especializará en Medicina Familiar y Comunitaria dentro de año y medio. Eligió Soria por ser “un lugar pequeño, más familiar”. El plan formativo le resultó “muy atractivo” y sabía que “iba a tener acceso a más técnicas”. No lo ha decidido, pero no descarta quedarse en la provincia cuando le ofrezcan un contrato de fidelización.

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