Carrascletas o turutas: los instrumentos de nuestros mayores que no se olvidan

Las ferias de artesanía resultan lugares sorprendentes. Hay que visitarlas con calma y sin dejarse cegar por la multitud de estímulos que nos llegan de cada puesto, de las labores de cada artesano. Es mejor ir con tiempo y con la mentalidad abierta para poder observar, para poder escuchar.

Así, se descubre que no todas estas ferias son iguales y que las más modestas tienen también mucho que mostrar. En Berlanga de Duero apostaron por mantener la suya en invierno, rindiendo homenaje al mercado que, desde hace siglos, se celebraba en esta bella localidad soriana. Fue una decisión valiente, pero tiene recompensa para el pueblo y para el público.

Aquí se reúnen joyeros, herreros, ebanistas, pasteleros, horticultores... Y entre todos ellos, el pasado puente de diciembre, llamaba la atención un grupo. No eran muchos, levantaban pocos palmos del suelo y estaban realmente absortos con la explicación de una mujer que les tenía atrapados con sus palabras y sus gestos. Ella manejaba cañas con destreza. Las lijaba y preparaba y, en pocos pasos, las convertía en un instrumento musical que maravillaba a sus expectadores.

Carolina Enguita no es maga, es artesana y explica que su intención es "enseñar a los niños cómo nuestros mayores no tenían juguetes, pero encontraban en la naturaleza lo necesario para hacer cualquier cosa". Así con una caña, una goma elástica y un papel celofán estos pequeños han aprendido a hacer su propia turuta (también llamadas kazoo o mirlitón).

Les muestra también cómo funcionan las carrascletas (o carajillos), que "antes se elaboraban con las cáscaras de las nueces". Y poco a poco al grupo se unen también participantes de avanzada edad. Tiene éxito el taller, pues "utiliza una fórmula que siempre funciona, que es lo que desde hace años nos ha forjado el carácter en Castilla".

La artesana concluye su intervención y niños y mayores aplauden. Ahora darán un paseo para empaparse de la feria al completo, pero todos se van con su turuta en la mano y una dosis extra de creatividad e ilusión. Un momento único que puede repetirse siempre que queramos acercando a los niños "a sus abuelos y todo lo que estos tienen por enseñarles".