La Casa de Acogida de Camaretas celebra la unión y la esperanza de la Nochebuena con una cena para que nadie se sienta solo.
La Navidad es una época muy esperada, que evoca recuerdos de abrazos familiares, felicidad y aromas de comidas tradicionales. Aún así, puede ser un momento doloroso para quienes se encuentran lejos de su casa, sin
recursos, o sin un lugar al que llamar hogar. Sin embargo, en Soria, existe un refugio que se convierte en la luz en medio de la oscuridad para muchos.
La Casa de Acogida de Camaretas celebra, cada 24 de diciembre, una cena de Navidad que, no solo alimenta el cuerpo, sino también el alma.
Desde que abrió sus puertas hace seis años, esta cena se ha convertido en una tradición que acoge a las personas más necesitadas, sin distinción de nacionalidad ni de pasado. Anderson llegó a Soria desde El Salvador hace poco más de un año, este será su segundo año disfrutando de esta cena de Navidad.
“Compartir con el resto de la gente fue una experiencia muy bonita. Aquí hay gente de diferentes nacionalidades y compartimos platos típicos de nuestra tierra para que el resto los pruebe.
Hubo empanas colombianas, panes con pollo, hallacas… Fue un día muy bonito porque, además, se recibe gente que está en la misma situación que nosotros, que pasa la Navidad alejada de su familia, entonces es un momento para compartir que hace sentir que nadie está solo, que es lo que se quiere por parte del hogar y por parte del padre Ángel”.
El padre Ángel, quien comenzó con este maravilloso proyecto, ha creado un ambiente lleno de cariño y solidaridad, donde las diferencias culturales y sociales desaparecen.
“Es una iniciativa bastante bonita porque así conoces el sentir de la gente, que no se sienta sola y que vivan un momento especial,” comenta Anderson, mientras recuerda cómo, en sus países de origen, la Navidad se vive con fuegos artificiales y abrazos entre vecinos. Aún así, en Camaretas, se esfuerzan por mantener ese espíritu de unión y alegría.
Cada 24 de diciembre, unas 40 personas se reúnen en la Casa de Acogida. Aunque muchos de ellos viven allí, otros vienen de la calle, y a pesar de que no pueden ser acogidos físicamente, siempre son invitados a compartir la cena. El objetivo es que “nadie pase la Nochebuena en soledad, por eso se difunde la noticia de que aquí se
acoge a todo el mundo que quiera venir”, afirma una de las voluntarias en la parroquia.
Ese día el trabajo comienza desde el amanecer, ya que se preparan platos tradicionales de cada uno de los países, que requieren de mucho esfuerzo y dedicación.
Los residentes y voluntarios se ayudan mu tuamente en la cocina, creando un verdadero ambiente de colabora
ción. Además, la solidaridad del pueblo de Golmayo se hace sentir, pues el Ayuntamiento prepara menús que pueden comprar los vecinos del municipio para ser aportados a la cena de Navidad.
Así, contribuyen con su donativo asegurándose de que todos puedan disfrutar de una velada muy especial.
Judy, otra de las residentes, quien acudirá por primera a la cena, destaca que cree que lo que más le gustará de esta celebración será “reunirse y sentirse como una familia. En los países latinos nos juntamos todos, familiares que hacía mucho tiempo que no veíamos. Entonces tenemos un sentimiento de nostalgia, pero esto ayuda porque ves a la gente que está animada, la energía, y eso hace que uno se transporte a otro lado”. Otra comensal será Diani, en su caso ya disfrutó de la velada el año pasado. “Para mí fue bastante bueno porque mi madre estaba trabajando y estaba sola. Al principio estaba un poco deprimida, pero me animaron a venir y ya se me mejoró el ánimo. Tienes la compañía de muchas personas y ver que vienen personas de fuera que están igual crea un vínculo. Además, la comida estaba muy buena”.
El ambiente se vuelve todavía más festivo cuan do, después de la cena, se celebra la Misa del Gallo, la cual ofrece el padre Ángel. Y, posteriormente, la noche continúa con karaoke, risas y bailes, donde todos se sienten parte de una familia.
Yerfen, que por primera vez celebra la Navidad fuera de Colombia, tiene una combinación de sentimientos pues “va a ser triste porque es la primera que vamos a celebrar este día lejos de la familia, pero estoy seguro de que esto nos ayudará a pasar mejor estas fechas”.
La magia de esta cena de Navidad no está solo en la comida ni en los regalos, sino en el sentimiento de comunidad que se vive. Y, con este simple evento, la Casa de Acogida celebra este día de una forma muy especial a pesar de las dificultades, para que nadie tenga que estar solo.