Charlamos con voces autorizadas de Duruelo o Ágreda, entre otros lugares. Aunque es un sistema que funcionó muy bien en el pasado en la provincia, algunos inciden en que es un formato "complicado" para determinados sectores en la actualidad.
El sistema cooperativista ha tenido mucha importancia en la provincia. Diferentes sectores productivos han seleccionado este modelo para desarrollar sus proyectos, en compañía de sus socios, para buscar un futuro prometedor. Sin embargo, la tendencia ha cambiado con los años, disolviéndose muchas de esas cooperativas ante la pérdida de rentabilidad y la dificultad de coordinar a todos los actores involucrados.
Un ejemplo de esa realidad es la Unión de Cooperativas de Trabajo Asociado de Soria (UCTASO), disuelta en 2021 tras años de ayuda a diferentes empresas de la provincia. Esta agrupación, que se centraba en el sector de la madera y del mueble, llegó a aglutinar 33 cooperativas -alguna con más de 60 socios- en sus momentos de mayor esplendor, en el año 2003.
Según apunta uno de sus últimos presidentes, Ignacio Pérez, la labor de UCTASO consistía en ayudar a todos sus miembros a realizar sus cuentas anuales, a dar un empujón a los proyectos que comenzaban y a aportar su experiencia en temas de gestión. Para contar con estos servicios había que pagar una cuota que servía para abordar el sueldo de un gerente que se ocupaba de todos estos asuntos.
“Trabajábamos como fábricas independientes y la agrupación nos asesoraba”, dice Pérez. Con cooperativas de diferentes localidades como Duruelo de la Sierra, Covaleda, Almazán o Navaleno, UCTASO no paró de crecer hasta que llegó un 2021 en el que dejó de tener sentido. El que fuera su presidente afirma que “ahora mismo el modelo cooperativista no es funcional para el complejo sector del mueble, ya que solo quedamos cuatro empresas”.
Haciendo hincapié en que cada vez menos personas se dedican a este negocio, Pérez apunta que “los que seguimos en la zona estamos esperando a que nos llegue la jubilación”, aludiendo a que ganan lo justo para mantenerse mes a mes. En estos momentos, este tipo de negocios funcionan más como un taller, elaborando encargos a demanda de los clientes: vitrinas, mesas, sillas…
Con todo, Ignacio Pérez finaliza recalcando que las cooperativas pueden continuar siendo muy útiles para otros sectores, “pero no para el nuestro”.
El polígono Santa Ana de Duruelo de la Sierra acoge la cooperativa Picos de Urbión. Esta fue fundada en 1963 por 36 socios que buscaban una salida laboral tras quebrar la empresa de persianas en la que trabajaban. Tras optar por el modelo cooperativista, se pusieron manos a la obra para encontrar terrenos y para dotarlos de todos los servicios necesarios para que empezara a andar este proyecto que tiene a la madera como eje central.
El tiempo ha provocado que varios de sus fundadores se echen a un lado. En estos momentos, tan solo quedan doce socios y seis trabajadores en una cooperativa que sigue manteniendo el lazo de unión con sus inicios. Su presidente, Mario Santorum, que ha ocupado este puesto en dos etapas diferentes, hace hincapié en que los que quedan entraron por sus padres o tíos: “La bajada de socios se debe a que hay gente que fallece o se jubila y no entra nadie por ellos. En caso de que alguien quiera formar parte debe ser aceptado por el resto de miembros en una asamblea con votación”.
Picos de Urbión se dedica al sector de la madera, comprándola en subastas y a proveedores. Una vez se adquiere, se utiliza para fabricar palés en un largo proceso en el que pasa por la peladora, es cortada y seleccionada. En total, estos vecinos de Duruelo manejan a lo largo de un año 17.000 metros cúbicos de madera. “Estamos trabajando bastante bien estos últimos años. No obstante, también ha habido muchos en los que era lo comido por lo servido. Ganabas tu jornal y poco más, a pesar de exponer tu capital y estar sometido a una enorme presión fiscal”, explica el máximo representante de la empresa.
Para que esta cooperativa, que dispone de un espacio de 10.000 metros cuadrados divididos en dos naves, con un secadero natural y otro a vapor, continúe siendo rentable, Santorum destaca que es fundamental “no dormirse en los laureles y estar al tanto de todo, dado que los márgenes son bastante pequeños”.
Con todo, este reconoce que no volvería a meterse en un proyecto así: “Todo es muy bonito de cara al exterior, pero es muy duro y muy injusto".
La Unión Comarcal Agredana es una cooperativa que comenzó a funcionar en 1993 en la villa de las Tres Culturas. Tras arrancar con un poste de gasóleo y una nave, empezó a dar pasos de la mano de sus 55 socios para trabajar con suministros agrícolas para el campo (aceite, filtros, abonos, semillas o repuestos) y para la recogida y la venta del cereal.
Esta agrupación comarcal reunió a vecinos de diferentes localidades como Ágreda, Matalebreras, Dévanos o Vozmediano con el objetivo de aunar esfuerzos y de tener más fuerza. Con una junta directiva de la que ahora forman parte siete miembros y con un único trabajador, esta tiene su actividad dividida en dos partes bien diferenciadas.
Según explica Juan Francisco Alonso, encargado de la cooperativa desde su inauguración, esta trabaja, por un lado, para obtener todos los productos fitosanitarios que necesitan sus socios para las labores agrícolas. Lo hace con el grupo navarro AN, y las semillas y los abonos suelen ser los más demandados. Por otro lado, también negocia con otras empresas zaragozanas los mejores precios para sus socios.
La otra vertiente de su actividad radica en la comercialización del cereal a través del mismo grupo AN (es la cooperativa de este tipo más grande de España). La Unión Comarcal recibe el grano de sus socios para, posteriormente, venderlo conjuntamente a la empresa navarra: “Se portan muy bien con nosotros y nunca hemos tenido ningún problema de pago. Veríamos cómo actuarían otros en esta situación”.
La cooperativa ha recogido este año un total de 3.000 toneladas, una cifra un tanto baja para lo que estaban acostumbrados. “La gente se va haciendo mayor y desaparecen explotaciones. Una cosecha buena puede alcanzar las 5.000 toneladas”, manifiesta Juan Francisco Alonso.
El único trabajador de la cooperativa lamenta que no se quede una parte de los ingresos para mejorar o ampliar unas infraestructuras que actualmente cuentan con dos naves, un silo y el poste de gasóleo. “La idea que se tiene desde que se creó es que el beneficio vaya destinado al socio. Ojalá hubiera remanente para hacer más cosas”, ha finalizado.
Castilfrío de la Sierra goza desde hace varios años de una iniciativa que permite a sus vecinos ahorrar dinero en su factura de la luz a través de una comunidad energética que, a efectos prácticos, funciona como una cooperativa.
Diseñado por Caja Rural de Soria y por Javier Gracia, uno de los propulsores del proyecto, arrancó con una financiación de 40.000 euros. Se hicieron cargo la Red Eléctrica de España y la entidad soriana.
Castilfrío emplea placas solares, colocadas en lugares que no afean el paisaje como el lavadero o el tejado del centro social, para abastecer a los principales edificios municipales: consultorio, ayuntamiento o salón social. De la misma manera, también instalaron un punto para recargar coches eléctricos de manera totalmente gratuita para todo aquel que lo necesite.
Dentro de este proceso, la cooperativa energética Megara ha sido y es fundamental. “La ley te obliga a compensar los kilovatios/hora producidos y consumidos, pero al ser comunidad los podemos convertir en euros a través del bolsillo virtual de esta comercializadora”, explica Gracia. Para formar parte de ella, tan solo hay que hablar con la empresa Megara. “Es algo muy sencillo que se puede llevar a cabo en comunidades de Soria capital”, explica.
De esta forma, este proyecto repercute de una manera muy importante en el bolsillo de todos los habitantes de este pueblo soriano, fomentándose el autoconsumo: “La factura de la luz le sale más barata, transformando la energía en euros. Además, también se rebaja la potencia, situación que se ve reflejada en un IVA más reducido”.
Los vecinos de Castilfrío pagan durante el año unas facturas de luz un 70% más baratas que en cursos anteriores, llegando a ser de 0 euros durante los meses de verano: “Es una maravilla”. Por todo ello, este proyecto se va a exportar en un futuro a todos los pueblos de la Mancomunidad de Tierras Altas con el reto de seguir fomentando el uso de las energías renovables en la provincia.
Los próximos pasos serán fundamentales para que más sorianos puedan disfrutar de ello.
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