Pasaron a la historia como los sete menceyes guanches. La pila bautismal donde recibieron el cristianismo se custodia en la iglesia de San Miguel.
Los Reyes Católicos visitaron la villa de Almazán a finales del siglo XV. Una placa en el exterior de la iglesia de San Miguel recuerda un hecho que se produjo en 1496 y que acabaría pasando a la historia.
Los monarcas cristianos bautizaron en la céntrica iglesia adnamantina a siete menceyes guanches, últimos reyes canarios, terminada la conquista de Tenerife. Alfonso Fernández de Lugo los trajo a la península para servir como presente para sus majestades y estos les guardaron fidelidad una vez conquistado el archipiélago canario por parte de la Corona Castellano Leonesa después de 94 años de batallas. Tenerife fue la isla que más resistencia ofreció y sus reyes, sin duda, constituyeron el mejor de los regalos.
Con la libertad personal garantizada por los tratados, indiscutiblemente volvieron a la patria, integrándose en la nueva sociedad que alboreaba, con cierto rango peculiar” (A. Rumeu de Armas, “La conquista de Tenerife 1494-1496”, ACT, 1975). Volvieron todos menos dos de ellos, uno no logró alcanzar la isla, pues falleció en el camino, y otro que vivió un 'dorado' destierro que concluyó en la ciudad de Padua.
Los siete reyes guanches se bautizaron en una pila que todavía se custodia en la iglesia de San Miguel. Es cierto que podría ponerse en valor, pues se guarda en una sala que sirve como almacén y acumula polvo mientras pasan los años.