Florentina Martínez celebra el siglo de vida con los suyos en San Pedro Manrique

Florentina Martínez Izquierdo ha celebrado hoy su centenario acompañada de familiares, vecinos y residentes que se han acercado al centro residencial Nuestra Señora de la Peña. Una jornada en la que el párroco de la localidad, Antonio Arroyo ha oficiado una eucaristía con la que se han dado gracias por tan dilatada existencia.

Concluido el acto religioso, la vicepresidenta María José Jiménez, ha hecho entrega a la vetenaria cumpleañera de la placa conmemorativa y del pergamino con una copia del acta de su nacimiento. Por su parte el alcalde de la localidad, Carlos Martínez Izquierdo le ha obsequiado con un ramo de flores y le ha transmitido los parabienes en nombre de toda la corporación. Por su parte el que fuera presidente de la Diputación, Efrén Martínez, también ha querido transmitirle su felicitación puesto que les unen lazos familiares.

Flor, como la conocen en su pueblo, nació en San Pedro Manrique el 18 de febrero de 1925 en el seno de una familia de labradores. Su familia estaba formada por cinco hermanos, tres varones y dos féminas, ocupando ella el tercer lugar. En la actualidad sólo vive Catalina, su hermana más joven.

La centenaria fue escolarizada hasta los diez años y cuatro después quedaba huérfana de madre, circunstancia que le obligó a hacerse cargo de sus hermanos, de las tareas del hogar y del trabajo en el campo.

A los treinta años de edad, como marca la tradición, fue elegida móndida, acontecimiento que no todavía olvida y que recuerda con un enorme cariño. De aquel día le viene a la memoria la cuarteta que recitó y destaca como el momento más emotivo y entrañable de las fiestas de San Juan, sin olvidar la víspera, día 23 de junio, o cuando la imagen de la Virgen de la Peña es llevada a la ermita del Humilladero.

Durante muchos años, Flor fue ‘Vestidora’ de las móndidas”, todo un arte que pasa de generación en generación y que se ha mantenido a lo largo de los tiempos.

Aproximadamente durante veinte años, entre 1936 y 1956, ejerció una labor solidaria con los más necesitados en el llamado Centro Rural de Higiene, junto con sus compañeras Paca, Facun y María Jesús, entre otras donde se prestaba que en aquellos tiempos se denominaba como ‘Auxilio social’, por el cual eran repartidas medicinas, vacunas, alimentos, leche en polvo, queso, azúcar y otros comestibles a las personas con menos recursos del entorno, y en especial a los niños. Realizaban este servicio durante la semana, pero era el lunes, día de mercado en San Pedro, el de más trabajo y más concurrido ya que, se trasladaban muchas personas de toda la demarcación de Tierras Altas.

Un tiempo que la centenaria recuerda con gran satisfacción a la vez que con orgullo por haber participado en esta labor desinteresada. Flor siempre ha sido una persona muy entregada y solidaria con los demás. De hecho, le gusta recordar que asistió al parto de una prima suya antes de la llegada del médico.

Se casó con Servando, hijo de sampedrana y aunque él no residía en el pueblo, parte del verano lo pasaba en San Pedro. Contraído el matrimonio se trasladaron a vivir a Caparroso (Navarrra). Ella trabajó en las fábricas de conservas de pimiento, espárrago, etc. Cuando falleció su marido, decidió pasar largas temporadas en Barcelona con Catalina, su hermana, al no haber tenido descendencia. En esta ciudad vivió a gusto y de buen grado, aunque con paso de los años decidió regresar a su localidad natal, para ayudar en la casa familiar a su padre y a su hermano Tanis.

Hace ya mucho tiempo que mora en la residencia Nuestra Señora de la Peña, prácticamente desde los inicios. Allí se muestra contenta, es una persona sociable y participativa. La vida le ha hecho una mujer fuerte, valiente, luchadora y un pilar fundamental en su familia.

Flor tiene una buena memoria, le gusta jugar a las cartas, las labores de gachillo, practica gimnasia y asiste a misa todos los martes, jueves y sábados en la residencia, ya que se confiesa muy creyente, siendo, además, muy querida en el pueblo, como lo prueba el gran número de visitas que periódicamente recibe de familiares, vecinos y amigos.