La noche ha sido intensa en Espejón. 14 mozos del pueblo han entonado coplas que, con siglos de historia, dan la bienvenida a los meses de luz en la provincia de Soria.
¡Pa' cantar las Marzas licencia tenemos...'. Ni el frío, ni la lluvia, ni la despoblación han conseguido acabar con la tradición que marca el inicio del mes de marzo y, por tanto, el comienzo de los meses de luz en la provincia de Soria. Catorce mozos han desafiado a la bajas temperaturas y a las precipitaciones nocturnas en Espejón para salir y calentar la madrugada con coplas con siglos de historia.
Los jóvenes marceros son los solteros de la localidad. Tienen el derecho de entonar estas canciones "desde los 14 años y hasta que ellos quieran o se casen", explica Eliseo Ovejero, vecino de Espejón y entusiasta de las tradiciones locales. Recuerda que "yo batí el récord porque aguanté hasta los 35 años, uno antes de casarme, pero normalmente se retiran antes".
Las Marzas han pasado de generación en generación y "se cantan siempre igual, haciendo referencia a los meses que están por venir, de marzo a noviembre", añade Ovejero. Gracias a la lavor investigadora de Isabel Goig, recogida en su página web Soria Goig, sabemos que se dividen en cuatro apartados. En el primero de ellos piden permiso a la autoridad para cantar a la vez que reclaman la atención de las mozas. Sigue una enumeración de ocho de los doce meses del año: de marzo a octubre, recreándose especialmente en mayo -"cuando los enamorados andan en busca de amores"- y octubre -"el mejor mes para bodas, el vino está barato"- El autor o autores introducen un tema que nada tiene que ver con el resto de la composición popular, tal vez fueran en su día dos romances distintos unidos por la costumbre y la necesidad de dar más cuerpo al romance. Finaliza, como todas las canciones colectivas -albadas, aleluyas, cuarentenas...- con la petición de la gallofa.
Los mozos se reúnen para cenar y aprovechan la ocasión para elegir a los nuevos alcaldes, dos de ellos que "liderarán la pingada del mayo, con su 'olla del Mayo', y las fiestas patronales". A partir de las 00:00 del 1 de marzo, "se dividen en dos grupos y salen a la calle para cantar las Marzas", apunta el vecino de Espejón. Lo hacen por estrofas, los grupos se colocan a una distancia razonable, para poder oírse bien los unos a los otros, y así hasta que dan la vuelta al pueblo.
Eliseo Ovejero cuenta que "antes se armaban con la raíz del berezo para golpear las puertas y que la gente saliese a la calle". Alguna vez "se nos iba la mano" porque "las porras iban acompañadas de la bota" y "alguna puerta vieja lo acababa pagando", bromea. Ahora "no hay puertas viejas, pero siempre cae alguna que otra 'gamberrada'. "Se tiene que notar que han pasado, no me parece tan grave", expresa.
Las Marzas es una de las fiestas más antiguas que se celebran en Castilla y León, y se siguen festejando mayoritariamente en pueblos de la provincia de Burgos. Su origen se remonta al periodo romano ya que eran los cantos con los que se homenajeaba al Dios de la Agricultura. Son también una exaltación del amor humano y de la feminidad personificada en las mozas a las que se ronda especialmente en esa noche y un canto a la mujer en general.
Son tradiciones rituales muy antiguas que han pervivido en las sociedades rurales cerradas porque sintonizaban con sus intereses, deseos, inquietudes y aspiraciones, pues propiciaban a alguna divinidad para lograr la fecundidad de las cosechas y de los ganados, según el investigador Pablo Abad.
La siguiente imagen recoge las Marzas de Espejón: