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Este pueblo de Soria bautiza a un niño después de casi 40 años

Este pueblo de Soria bautiza a un niño después de casi 40 años

La parroquia de San Lorenzo Mártir ha sido testigo de una emotiva ceremonia que rompe con décadas sin celebraciones bautismales en esta pequeña pedanía de San Esteban de Gormaz, donde Erick Colmenarejo García, de ocho años, recibió el sacramento en la misma pila donde lo hicieron sus antepasados.

En los pequeños pueblos afectados por la despoblación, celebraciones como bodas, bautizos o comuniones se han convertido en acontecimientos excepcionales. Sin embargo, el pasado sábado, la iglesia de Quintanilla de Tres Barrios recuperó una tradición casi olvidada con el bautismo de Erick Colmenarejo García, oficiado por el sacerdote David Igualador.

La familia decidió celebrar esta ceremonia en el pueblo y no en San Esteban de Gormaz, donde residen actualmente, por el deseo expreso de la madre de mantener viva la tradición familiar. Verónica García García quiso que su hijo recibiera el agua bautismal en la misma iglesia y pila donde ella, sus abuelos y el padrino del niño fueron bautizados.

Esta pila bautismal histórica, una pieza monolítica de piedra con forma de tronco de cono invertido y sección cilíndrica, evoca la tradicional concha utilizada en la administración del sacramento, convirtiéndose en un símbolo de continuidad generacional para esta familia.

Eusebio García, abuelo del niño, explica a Soria Noticias la importancia emocional de esta decisión: "Mi mujer, mis hijos y yo nos bautizamos allí, y mi hija tenía la ilusión de que fuera en el mismo lugar. Hacía entre 37 o 38 años que no se bautizaba nadie en esta iglesia".

La iniciativa partió del propio Erick, quien al ver a otros niños hacer la Primera Comunión, manifestó su deseo de participar también en este sacramento. "Mi hija inicialmente no estaba por la labor de bautizarle, pero fue el niño quien decidió que quería hacer la comunión, y para ello necesitaba bautizarse primero", relata Eusebio.

La ceremonia íntima reunió a padres, abuelos, padrinos y algunos vecinos del pueblo, que apenas cuenta con unos 20 habitantes permanentes. "Me fui del pueblo hace aproximadamente 29 años porque no había gente y mis niños no tenían amigos con los que jugar", recuerda con nostalgia el abuelo.

Este bautizo representa mucho más que un sacramento religioso para Quintanilla de Tres Barrios. Simboliza un eslabón que une generaciones y mantiene vivo el cordón ancestral con los antepasados en un entorno rural que lucha contra el olvido y la despoblación.

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