La geografía española está llena de curiosidades toponímicas.
La geografía española está llena de curiosidades toponímicas. En la provincia de Soria existen dos localidades, Fuentelsaz de Soria y Buitrago, que comparten nombre con dos municipios madrileños: Fuente el Saz de Jarama y Buitrago del Lozoya. Aunque con ligeras variaciones en su escritura, y enormes diferencias poblacionales, estos municipios gemelos en su denominación revelan similitudes históricas y culturales entre la provincia y la autonomía que alberga la capital del país.
Situado a apenas 15 kilómetros al norte de la capital soriana, Fuentelsaz de Soria se ubica en una zona de transición entre las Tierras Altas y el Alto Llano Numantino. Este pequeño municipio, que se eleva a 1.090 metros sobre el nivel del mar y abarca una superficie de 26,34 km², conserva importantes vestigios históricos.
Entre su patrimonio destaca la iglesia románica dedicada a Santo Domingo, caracterizada por su galería porticada y una puerta central con tres arquivoltas. El pasado histórico de la zona queda patente en los restos de dos ermitas (San Juan y La Trinidad) y en las estelas funerarias y materiales ornamentales procedentes de las cercanas ruinas de Numancia que pueden observarse en el casco urbano.
La demografía de Fuentelsaz refleja la realidad de muchos pueblos sorianos: según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, datos de 2010, cuenta con 64 habitantes en su núcleo principal, incluyendo sus pedanías de Aylloncillo, Pedraza y Portelrubio.
Por su parte, Buitrago se localiza en la demarcación de Almarza, encarando la zona de Tierras Altas. Su historia está estrechamente vinculada a la Edad Media, cuando formó parte de la Comunidad de Villa y Tierra de Soria, integrándose específicamente en el Sexmo de San Juan. Su extensión abarca una superficie en torno a los 5,5 kilómetros cuadrados.
Como monumento más reseñable está la iglesia de San Esteban con nave del siglo XVIII y con cabecera del XVI. La talla más importante es la de San Sebastián, que data del siglo XVIII.
Buitrago también vivió momentos de esplendor, cuando en 1863 el censo arrojaba 363 habitantes, cifra que ha ido descendiendo paulantinamente hasta los 74 de ahora, según el INE
En la Comunidad de Madrid, Fuente el Saz de Jarama se ubica al nordeste de la región, en una fértil llanura bañada por el río que le da apellido. Con una población de 6.820 habitantes (INE 2023) y una extensión de 33,2 km², este municipio madrileño supera ampliamente en tamaño y demografía a su homónimo soriano. Su origen se remonta a la época posterior a la reconquista cristiana, cuando surgió como un pequeño asentamiento vinculado a la explotación agrícola .
Por otro lado, Buitrago del Lozoya, con sus 1.854 habitantes (INE 2023) y 26,5 km² de superficie, destaca por poseer el recinto amurallado mejor conservado de toda la Comunidad de Madrid. Su rica historia se remonta a la época prerromana, con notables influencias árabes, judías y cristianas a lo largo de los siglos. Este municipio madrileño cobró especial relevancia durante el siglo XV, cuando la poderosa familia Mendoza custodió allí a la princesa Juana, conocida popularmente como "La Beltraneja" .
Ambos municipios madrileños han experimentado un desarrollo demográfico y económico significativamente mayor que sus homónimos sorianos, beneficiándose de su proximidad a la capital española y de las mejores comunicaciones, aunque mantienen ese carácter de municipios con notable patrimonio histórico y cultural, cada uno en su medida que comparten con sus "gemelos" de Soria.
Esta curiosa coincidencia de nombres entre municipios sorianos y madrileños no es casual. Refleja la riqueza histórica y cultural compartida entre diferentes regiones de España, evidenciando cómo diversas culturas y acontecimientos históricos han influido en la nomenclatura de los pueblos de España, independientemente de su tamaño y su número de empadronados.
Mientras los municipios madrileños han experimentado un mayor crecimiento demográfico por su proximidad a la capital, sus homónimos sorianos conservan un encanto rural y un valioso patrimonio histórico que merece ser conocido y preservado como parte fundamental de la identidad cultural española.