Los tesoros de San Isidro en Quintanilla de Tres Barrios: amuletos de cera, 'siembra' de caramelos y una fe que perdura

Quintanilla de Tres Barrios custodia con celo tradiciones únicas en torno a la festividad de San Isidro Labrador, una devoción que se entrelaza con rituales ancestrales como el uso de cruces de cera protectoras y una singular 'siembra' de caramelos. Aunque la profesión agrícola ya no sea la principal ocupación, "las gentes manifiestan el fervor y la devoción al santo", manteniendo viva una llama que, como describe Leopoldo Torre, conecta con "las raíces, la tierra y el campo supuran la huella del pasado". Esta herencia cultural se manifiesta en una celebración rica en matices y costumbres particulares que perduran a través del tiempo.

La jornada en este rincón de Soria combina la efeméride del santo con la bendición de los campos, un rito que antaño se celebraba el tres de mayo. Tras una ceremonia religiosa, una solemne procesión se dirige al paraje de La Cruz de la Veleta, donde el párroco bendice los cuatro puntos cardinales. Leopoldo Torre rescata la costumbre de colocar "cruces de cera de cuarterón" en una cruz de madera, que "al estar bendecidas se les consideraba como un amuleto de protección". El lugareño Vidal Hernández recordaba cómo "los pastores acudían prestos a recoger las cruces de cera que luego mostraban y guardaban como trofeos o reliquia", un detalle etnográfico que subraya la profunda fe popular.

La procesión de regreso culmina en la plaza con la alegre "siembra" de caramelos, que, según Torre, "rememora la costumbre ancestral en la que el Jefe de la Hermandad de Labradores iba esparciendo confites y caramelos". La festividad concluye tradicionalmente con una merienda-cena comunitaria, reforzando los lazos vecinales y poniendo el broche de oro a un día donde la fe, la historia y la cultura popular se dan la mano en Quintanilla de Tres Barrios.