Una residencia de la capital es escenario de un cumpleaños muy especial. Una de susmoradoras alcanza la cifra del siglo de vida rodeada de sus seres queridos. El centro acoge un emotivo homenaje lleno de recuerdos y felicitaciones institucionales.
Durante la tarde de este sábado, la residencia de mayores Odón Alonso, en la capital, ha sido el escenario de la celebración del centenario de Ana Recio López. En un acto entrañable y sencillo, la homenajeada ha estado arropada por sus familiares y por otros moradores del centro que no han querido perderse una cita tan señalada. Cumplía su siglo de vida ayer viernes tras haber nacido en Valdeavellano de Tera.
En representación institucional, la diputada de Servicios Sociales y alcaldesa de la localidad de la demarcación del Valle, Laura Prieto, le ha hecho entrega de varios obsequios. La homenajeada ha recibido una placa conmemorativa del cumpleaños y un pergamino con la copia del acta de su nacimiento. Además, Prieto le ha entregado un ramo de flores en nombre y felicitación de toda la corporación municipal.
La centenaria fue la menor de cuatro hermanos, fruto del matrimonio formado por Pelayo, que era herrero, y su madre, que regentaba la posada de Valdeavellano. Fue a la escuela hasta los 15 años, tiempo para el que recuerda con cariño a su maestra, Teresa Jiménez, de quien destaca que aprendió mucho gracias a su educación.
Mientras sus hermanos emigraron a Bilbao, Ana fue la única que permaneció junto a sus padres. De muy joven, empezó a ayudar en la pensión familiar y aprendió de su madre los oficios que marcarían su vida, convirtiéndose en una buena costurera y una excelente cocinera, además de iniciarse en las labores de la agricultura.
Ana contrajo matrimonio con Ángel Mateo Gómez, también natural de Valdeavellano de Tera, con quien tuvo una hija. Mientras su marido se dedicaba a la construcción, ella se encargaba de la agricultura y de la ganadería de bovino, demostrando una vida de esfuerzo y dedicación al campo.
La familia es uno de sus grandes orgullos. Confiesa sentirse muy feliz con sus dos nietos, León y Aránzazu, y con su yerno, también llamado León, de quienes destaca que siempre han estado muy atentos a sus cuidados. Recientemente, la familia ha crecido con la llegada de su primera biznieta, Martina.
A lo largo de su vida, Ana siempre ha mostrado un gran interés por aprender y por acudir a las actividades que se organizaban en su localidad. Una de sus aficiones, la de asistir a misa, es una costumbre que continúa manteniendo en la actualidad. Hoy vive feliz en la residencia, un centro que, según manifiesta, ella misma eligió por la amistad que le une a la directora y a su familia.
A pesar de presentar algunas dificultades de movilidad propias de su edad, la homenajeada se encuentra perfectamente en lo que es el nivel cognitivo. Disfruta manteniendo conversaciones con quienes la rodean y aprovecha al máximo los momentos de visitas, demostrando una gran lucidez y alegría de vivir en su centenario.
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