Crónica y fotos | Tardelcuende o el recuerdo con olor a quemado

Durante la tarde de este viernes 8 de agosto abría sus puertas la muestra fotográfica 'El bosque quemado", obra del soriano José Antonio Díaz, trayendo a la memoria las imágenes del desolador incendio que calcinó 3.200 hectáreas de pinar en el Izana hace un cuarto de siglo. Fue Tardelcuende el municipio más afectado, aunque también llegó a los términos cercanos.

La exposición, que ya fue exhibida hace casi 24 años, era desempolvada de la mano de la asociación Gaya Nuño para recordar aquellos fatídicos días cuando la demarcación del Izana se hallaba en plena ebullición de moradores coincidiendo con el tiempo estival.

El salón social tardelcondino Ignacio Blanco acogía la reedición de esta colección en un acto pleno de público que llenaba el recinto para volver a recordar unas imágenes que, en blanco y negro, se mantienen en las retinas de quienes fueron testigos de aquel desastre. La presentación ha contado con un emotivo audiovisual con guión de Susana Gómez, en el que se escuchan testimonios de testigos directos y también de generaciones posteriores al incendio. El montaje ha corrido de la mano de Toño Morales.

El autor, que trabajaba por aquel entonces en Madrid como gráfico para la revista Cambio 16, recuerda que al enterarse de la noticia por los informativos nacionales decidió viajar a Soria directamente haciendo parada en la zona afectada. "Me causó tanta impresión el paisaje que decidí que se podía hacer algo", indica. Por ello, comenzó a captar imágenes "con la intención de agruparlas en un libro y una exposición".

La idea cuajó y, precisamente, a "través de contactos", año y medio después fue inaugurada "casualmente" en el centro Gaya Nuño de la capital soriana, para después visitar Tardelcuende, Matamala de Almazán y finalizar el periplo en la capital de España. Para materializar este trabajo, Díaz estuvo acompañado por resineros quienes, por indicación del entonces alcalde, Carlos Soria, "a quien estoy infinitamente agradecido", guiaron al fotógrafo a lo largo de "siete u ocho meses" en fines de semana por las zonas devastadas. Ellos también tienen su apartado en la muestra.

El trabajo para llevar a buen término el proyecto era apremiante, ya que la madera quemada iba a ser recogida para su venta, ya que "no tenía sentido que los pinos se quedasen allí". A partir de entonces, Díaz aumentó el documento gráfico con retratos de gentes de la zona.

El libro, editado por aquel entonces por la obra social de la entonces Caja Duero, está ya agotado, si bien 'ojear' la obra es posible este verano gracias al afán de la asociación cultural promotora que ha trabajado durante meses para poder devolverla a la luz.