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Sorianos de verano: hasta los pueblos más pequeños renacen al sol

Sorianos de verano: hasta los pueblos más pequeños renacen al sol

Actualizado 16/08/2025 19:33

Viajamos hasta Velilla de los Ajos, una localidad con siete vecinos en invierno, para comprobar en primera persona el resurgir de la Soria rural durante el mes de agosto. La explosión demográfica trae vida, pero deja servicios al descubierto.

Aparcamos el coche junto al frontón de Velilla de los Ajos y sale a recibirnos un grupo de unas 20 personas. Todos sonríen, intuyen quiénes somos porque no es habitual que un coche extraño estacione en las calles de este pequeño pueblo de la comarca de Almazán.

Nos sorprende la heterogeneidad del conjunto. Se ven melenas canas, pero también unas cuantas coletas que levantan pocos palmos del suelo, y esto no es lo habitual en la geografía soriana. Mejor dicho, no es lo normal durante los meses fríos, pues cuando el calor aprieta en las grandes ciudades, todas las localidades sorianas, también las más pequeñas, vuelven a llenarse de ruido, de partidas, de tardes a la fresca...

Volver al pueblo es para muchos la mejor opción en vacaciones porque, además de ser lo más barato, se traduce en "reencontrarnos con nuestra esencia, con la libertad de sus calles y con los grandes amigos de siempre", cuenta Teresa Contreras, hija del 'Basi' y velillense de corazón. Ella y sus compañeros comparten con nosotros los secretos de la Soria profunda para seguir enganchando cada verano.

Sacan, rápidamente, unas sillas y nos sentamos a la sombra en la plazuela frente al bar del pueblo, ubicado en las antiguas escuelas. Según las últimas cifras del INE (enero de 2024), 15 personas están empadronadas en Velilla de los Ajos, pero nos dicen que solo siete residen de forma permanente aquí. Son "todos mayores y los que no están jubilados se dedican al campo", apunta Luis Ángel Rodríguez, quien al retirarse decidió dejar la capital soriana y regresar a su pueblo para "estar solo y no molestar ni que me molesten".

Un plan perfecto que hace aguas durante el mes de agosto. Y es que las fiestas en honor a San Antonio (del 8 al 13 de agosto este 2025) son todo un reclamo y consiguen que a estas veinte personas se les sumen otras tantas para superar ampliamente los 200 vecinos en los días grandes. Todos comen juntos el último día de las celebraciones y festejan la Nochevieja anticipada. "Con la excusa de despedir el año, brindamos por volvernos a encontrar al completo", nos cuenta Severina Pinilla, que a sus 87 años es la más veterana del grupo, pero tiene una energía que envidiaría cualquier treintañero.

Nos juntamos más de 200 personas para comer juntos en fiestas

Esta explosión demográfica es toda una bocanada de aire fresco para los que resisten en el pueblo durante los meses más fríos. Araceli Gallego también mantiene su casa abierta todo el año y nos confiesa que "espero a los de fuera para salir todos los días a jugar la partida". Afirma que "el invierno es demasiado largo", pero sonríe cada vez que ve a las tres niñas que hoy nos acompañan: "Con sus juegos y su vitalidad me llenan el alma", certifica.

Libres y sin reloj

Para hablar de las bondades de su pueblo les sobran las palabras. En agosto dejan el reloj en casa porque aquí todo funciona a otro ritmo, "el bueno", afirman. No necesitan quedar con nadie porque "nos vamos encontrando", y el bar se convierte en ese punto de encuentro en el que nadie se siente forastero.

Se trata de un modelo de negocio "peculiar", pues no tiene un gerente ni busca el beneficio económico. "Quien entra se pone una cerveza y deja el dinero en la caja", explica Marisa Pinilla. Los suministros tampoco son un problema, porque el panadero les visita tres días a la semana, el frutero pasa los lunes, y los viernes tienen en la puerta de casa congelados y otros básicos.

No todo es perfecto

Nuestros protagonistas no cambiarían su pueblo y sus veranos "por nada del mundo", pero reivindican una mayor atención por parte de todas las administraciones, comenzando por "nuestro alcalde" (Santiago Cervero) que "no nos hace demasiado caso o no el que nos gustaría", opinan.

Nos invitan a dar un paseo con ellos y aseguran que "si el pueblo está coqueto es porque lo cuidamos nosotros". Este año el trabajo se ha intensificado debido a las copiosas precipitaciones de la última primavera. "Las hierbas han crecido más que nunca y cortarlas nos ha tenido ocupadísimos", señalan.

Asunto aparte es el teléfono. Amado Borque, otro de los vecinos estivales, relata que en Velilla es "un desastre". Se trata de una situación permanente: "No funciona y tampoco nos dejan dar de alta un número. Tienes que contratar internet sí o sí y para veinte días al año no compensa", expresan. Con el médico o el transporte bajo demanda o dependientes de una cita previa, para la gente mayor es "más que un quebradero de cabeza", dicen.

Son "familia" y se reparten las tareas, incluso las que corresponden a otros

Muy relacionado con esto está la cuestión sanitaria. "Antes de la pandemia venía el médico un día a la semana, ahora ninguno. Tienes que ir a Gómara, y aunque viene un autobús si lo solicitan, para nuestros mayores es un follón", critica Rocío Rodríguez.

Tampoco funciona "del todo bien" el servicio de basuras. Tienen dos contenedores, pero uno de ellos está precintado "con un candado" casi todo el año. El servicio es más que suficiente para días 'normales', pero especialmente en verano "se queda corto".

El camión de la basura pasa una vez a la semana. En verano "debería pasar dos, pero no siempre es así y las bolsas que no caben en el contenedor no las recogen, así que nos vuelve a tocar a nosotros la tarea", concluye Juan Manuel Ortega, visibilizando que no todo es de color de rosa en la Soria más rural.

Araceli Gallego

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Con 79 años, habita en una de las pocas casas abiertas durante todo el año en Velilla de los Ajos. No vive sola, pues goza de la compañía de sus perros, Canela y Duque. Ellos la obligan a salir de casa todos los días y mantenerse activa. De la huerta ya "me he cansado", pero tiene otras aficiones que no abandona. Las videollamadas con su familia mantienen ese vínculo que, afortunadamente, se estrecha en agosto.

Familia Herrera Contreras

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Teresa Contreras (35 años) se considera de Velilla de los Ajos aunque vive en Almazán. Con Alberto Herrera (39 años) tiene dos hijas, India (6 años) y Martina (4 años). La familia visita el pueblo "cada vez que podemos", y destacan "la libertad para jugar y experimentar" que ofrece a las más pequeñas. Guerras de agua, tardes en la casa del árbol y walkietalkies... Cosas que ni soñarían en una gran ciudad.

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