Fieles y sacerdotes arropan al obispo Abilio Martínez en su adiós a Osma-Soria

La Diócesis de Osma-Soria vive una jornada de despedida con la marcha de su obispo, don Abilio Martínez Varea. La comunidad diocesana le ha rendido homenaje en una solemne eucaristía celebrada este domingo, 21 de septiembre, que ha servido como acto oficial de adiós a quien ha sido su pastor.

El marco elegido para esta significativa ceremonia ha sido la Catedral de El Burgo de Osma, que se ha visto abarrotada por una gran congregación de fieles llegados desde distintos puntos de la provincia. El acto ha reflejado el cariño y el respeto de la comunidad católica soriana hacia el prelado, marcando el fin de una etapa para la diócesis.

La celebración ha contado con una amplia representación del clero, con numerosos sacerdotes que han querido concelebrar la misa junto al obispo, evidenciando la unidad y el afecto del presbiterio diocesano.

Una ceremonia solemne en la Catedral burgense

La eucaristía de despedida se ha desarrollado en un ambiente de solemnidad y gratitud. La nave central de la seo burgense ha sido testigo de una misa en la que los gestos y las palabras han estado cargados de simbolismo. Durante su homilía, el obispo se dirigió a los presentes desde el púlpito, en una intervención que sirvió para hacer balance de su servicio pastoral en tierras sorianas.

El imponente retablo mayor de la Catedral ha enmarcado una ceremonia en la que han participado cientos de fieles, quienes con su presencia han querido agradecer personalmente la labor y la dedicación de don Abilio Martínez Varea durante su episcopado.

Un nuevo capítulo para la Diócesis

Con la marcha de don Abilio Martínez Varea, la Diócesis de Osma-Soria se prepara para iniciar un nuevo capítulo en su historia. La ceremonia de este domingo no solo ha sido un adiós, sino también un punto de inflexión que abre un periodo de transición a la espera de futuros nombramientos por parte de la Santa Sede.

El evento ha concluido con numerosas muestras de afecto hacia el obispo, quien ha recibido el calor de los feligreses al finalizar la celebración. La jornada se recordará como la despedida oficial de la comunidad diocesana a su pastor, en un acto que ha combinado la solemnidad litúrgica con la cercanía humana.