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Mucho más que hacer bolillo. De evitar una operación de muñeca a impartir clases en Colombia

Mucho más que hacer bolillo. De evitar una operación de muñeca a impartir clases en Colombia

Actualizado 28/09/2025 16:08

Pilar transformó su diagnóstico médico que la llevaba a una cirugía de muñeca, a no tener que pasar por quirófano y, además, acabar viajando internacionalmente para impartir clases de bolillos.

Pilar está concentrada, mirando fijamente sus hilos cuando se detiene en su labor y comienza a contar a Soria Noticias una anécdota que le pasó gracias a hacer bolillo. "A mí me dijeron que me tenía que operar porque tenía un dolor en la muñeca. El médico me dijo que perdería movilidad y fue entonces cuando se me ocurrió usar los bolillos para ir moviendo las muñecas". El facultativo, algo escéptico, aceptó y le dio seis meses para que ella fuese tejiendo mientras comprobaban si esta terapia alternativa funcionaba.

El bolillo, su salvación

Pilar se aferró a sus herramientas de trabajo, las mismas que conocía desde los seis años. Aunque la vida, el matrimonio, los hijos y el trabajo la habían alejado temporalmente de su afición, la había recuperado con fuerza. Día tras día, con paciencia y dedicación, sus manos se movían con mayor agilidad, entrelazando hilos para crear delicados encajes. El resultado superó todas las expectativas. "Cogí los bolillos; en seis meses me recuperé el 90 %", afirma con orgullo.

Cuando regresó a la consulta, la sorpresa del médico fue enorme. La mejoría era tan evidente que la cirugía ya no era necesaria. "No me han operado, no, no, no, no", afirma Pilar orgullosa y todavía con asombro. Además, el resultado fue tan inesperado que el propio médico bromeaba: "Tendré que mandarle a hacer bolillos a todos".

De evitar una cirugía a la enseñanza internacional

Lo que podría haber sido el final de la historia fue, en realidad, el comienzo de un nuevo capítulo. Su recuperación no solo le devolvió la salud, sino que reafirmó su vínculo con el encaje de bolillos hasta convertirla en una experta y apasionada monitora. Su entusiasmo la llevó a compartir sus conocimientos en su pueblo y en otros lugares cercanos, pero el destino le tenía reservada una aventura mucho mayor.

La oportunidad surgió a través de una amiga colombiana que había aprendido la técnica en Zaragoza. Impresionada por el talento de Pilar, la invitó a su país para impartir clases. Sin dudarlo, Pilar, junto a su marido, quien también hace bolillos, aceptó el reto y se aventuraron en un viaje que la llevaría a Bucaramanga, una ciudad al norte de Colombia. "Estuvimos 78 días dando clases", explica. Allí enseñó esta técnica "a 14 grupos diferentes, con siete alumnas en cada uno, todas ansiosas por aprender los secretos de una tradición tan arraigada en España", asegura.

Clases de bolillos en Colombia

Para este viaje tan peculiar, Pilar preparó una maleta entera llena de bolillos y un 'mundillo' —la almohada cilíndrica sobre la que se trabaja el encaje— desde Zaragoza, consciente de que estos materiales no serían fáciles de encontrar en Colombia. Y así fue. Sin embargo, ante la falta de algunos materiales, la solución fue acudir a un taller de madera de la zona. "Encontramos un carpintero que nos hizo unos bolillos de madera", cuenta. Aquel artesano colombiano se puso manos a la obra y fabricó una gran cantidad de bolillos para todas las alumnas. Para los mundillos, la solución fue aún más creativa: utilizando las esterillas de gimnasia para construir las almohadas necesarias. De esta forma encontró una original solución con el fin de impartir sus clases.

Hoy, con esta experiencia en su recuerdo y con las ganas "de regresar a Colombia", Pilar y su marido continúan haciendo bolillos con gratitud por todo lo que les ha dado.

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