Toca atreverse

El otro día firmé mi aval a la candidatura de Carlos Martínez como próximo candidato del Partido Socialista Obrero Español a la presidencia de la Junta de Castilla y León. Lo hice con el mayor de los convencimientos por muchas razones.

La primera de ellas es porque conozco a Carlos desde que yo era un chaval al que no le asomaba el bigote y es un buen tío, una buena persona. Difícilmente puede un político hacer cosas buenas por la ciudadanía si no tiene un mínimo de empatía, generosidad y buen corazón, si no es una buena persona.

Además, dentro de esa generosidad, renuncia a buscar políticamente una posición más cómoda, en el Senado, por poner un ejemplo, para lanzarse a lo que es un reto inmenso: devolver la ilusión a Castilla y León y darle la vuelta por completo a su gestión.

En este tiempo que lleva ejerciendo como secretario general del PSOE en Castilla y León y recorriendo la Comunidad de extremo a extremo, cada encuentro con la militancia ha sido un chute de optimismo, una muestra de que otra forma de gobernar es posible y necesaria. En cada provincia, con todas sus peculiaridades, existe algo en común: el abandono de una Junta de Castilla y León y un PP que están por estar, sin ningún tipo de rumbo y dejando a su suerte a buena parte de la ciudadanía en materias como sanidad o transporte.

En estos meses, hay que invitar a la gente a hacer un ejercicio bien sencillo. Tenemos que reflexionar sobre si votando a los mismos que llevan décadas dándonos la espalda vamos a obtener distintos resultados. Estoy convencido de que incluso la gente de derechas está harta de la indolencia y desidia de Mañueco. Hay alternativa seria y sólida.

Porque si Carlos Martínez Mínguez ha conseguido dar la vuelta a una Soria en blanco y negro con un presupuesto de 60 millones de euros, qué no hará con los 14.000 millones de la Junta de Castilla y León.