Tras la oscura etapa de Abel Segovia en el club soriano, Ángel Rodríguez ha aterrizado más que de pie en el conjunto, regalando a la afición un Numancia diferente, que no se rinde ante las adversidades y que está enchufado durante todo el partido. La victoria ante el Valladolid B por 3-1 es una prueba de ello: empezar perdiendo para sumar 3 puntos en casa, con una racha de 4 victorias seguidas.
Hay victorias que valen más de tres puntos. Son aquellas que construyen una identidad, que forjan el carácter de un equipo y que, sobre todo, devuelven la ilusión a una grada. La remontada del Numancia de este domingo ante el Real Valladolid Promesas fue una de esas. El tres a uno final en el marcador no solo reflejó la superioridad de los rojillos en la segunda mitad, sino que confirmó que este equipo, el de Ángel Rodríguez, ha encontrado algo que a menudo es más valioso que la táctica: la fe en sí mismo.
El partido comenzó con un guion que parecía torcido, de esos que ponen a prueba la paciencia y la moral. Durante la primera media hora, el Numancia lo intentó sin la claridad necesaria, enredado en un juego trabado y con un rival bien plantado. Y como suele ocurrir cuando la balanza no se decanta, un golpe certero del filial pucelano en el minuto 30 puso el marcador cuesta arriba. En ese momento, con el cero a uno en contra y la frustración de un penalti no señalado sobre Alain, el equipo podría haberse descompuesto. Podría haber bajado los brazos, como tantas otras veces se ha visto en el fútbol.
Pero no lo hizo. Este Numancia es diferente. La expulsión del visitante Sergi Esteban al filo del descanso fue, sin duda, un punto de inflexión, pero reducir la victoria a la superioridad numérica sería injusto. Lo que cambió tras el paso por vestuarios fue la mentalidad. El equipo salió con la convicción de que la remontada era posible, y esa determinación se transformó en un vendaval de fútbol y ocasiones.
Ángel Rodríguez ha dado con la tecla. No es una frase hecha, es una evidencia que se sustenta en los nueve puntos de nueve posibles que ha sumado en la liga. Ha sabido inyectar en sus jugadores la confianza necesaria para que crean en sus posibilidades hasta el último minuto. La reacción del equipo fue la de un bloque convencido, que movió el balón con criterio y buscó las bandas con insistencia hasta que el muro vallisoletano se vino abajo. El doblete de un Cristian Delgado estelar, apareciendo desde segunda línea con la precisión de un delantero centro, fue la recompensa a esa insistencia colectiva.
Incluso cuando el partido parecía controlado, el susto en el cuerpo que dio Carvajal con un disparo que rozó el poste sirvió para recordar que en el fútbol no hay tregua. Pero la sentencia, de penalti, no podía tener un protagonista más adecuado. Bonilla, con la calma y la jerarquía de un veterano, envió el balón a la escuadra para sellar una victoria tan trabajada como merecida.
No todo fueron buenas noticias, y el peaje a pagar fue la lesión de Buyla y la sanción de Moustapha, que obligarán al técnico a buscar soluciones para la próxima visita al Real Ávila. Sin embargo, el balance es abrumadoramente positivo. El Numancia no solo ganó un partido; demostró que tiene alma, capacidad de sufrimiento y, lo más importante, un hambre de victoria que ilusiona. Este equipo cree, y cuando un equipo cree, es capaz de todo. Ya están en 5ª posición, puesto de play off, con 17 puntos, solo dos menos que el líder, el Deportivo Fabril.
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