La kickboxer se proclamó campeona de Europa en Venecia el pasado verano en la modalidad de kick-light. Tras ese oro, se centra en un 2026 muy importante en el que pasará a ser juvenil.
Hace 12 años, cuando tan solo tenía tres, Adriana Verde pisó por primera vez un tatami para practicar kickboxing sin saber lo que el futuro le deparaba. Tras mucho sacrificio, esta adolescente soriana conquistó el viejo continente el pasado mes de septiembre, alzándose con el Europeo celebrado en Venecia.
La deportista viajó al país transalpino con el reto de subirse al pódium, sin descartar pelear por lo más alto: “Sabía que podía lograrlo, pero era muy difícil”. Con esa ambición, desembarcó en una competición en la que participaba en las modalidades de kick-light y de light-contact. Aunque en la segunda de ellas no pudo avanzar al caer en primera ronda frente a la búlgara Monika Stoyonova, en la primera fue poco a poco superando eliminatorias hasta llegar a una final en la que se volvería a ver las caras con su verduga de la otra disciplina.
A pesar de que el combate no empezó bien para Verde, la integrante del club Kickboxing Soria fue ganando enteros, situándose a tan solo un punto de su rival al finalizar el primer asalto. El resto, es historia: “Me senté con mis entrenadores en el descanso, me dijeron lo que tenía que poner en práctica y gané el título”.
Después de subirse a lo más alto del pódium y de escuchar el himno de España, la soriana puso rumbo a su casa, lugar en el que le esperaban su familia y amigos: “Fue algo increíble. Estaban todos para darme la enhorabuena y celebrarlo”.
¿Cómo llegar hasta ese punto? Adriana se adentró muy pronto en este mundo gracias a su padre, Alfredo Verde. Entrenador con amplia experiencia en Soria junto a Daniel Crovetto, decidió enseñar a su hija esta práctica. Poco a poco, le fue cogiendo el gusto, “acudiendo a clases sueltas, hasta que decidí que quería ir con más frecuencia a las sesiones”.
Tras años de entrenos, la joven kickboxer dedica actualmente una media diaria de hora y media, variando su preparación con ejercicios de pierna y de boxeo: “Es un deporte de contacto en el que hay que ir alternando. Cuando sales de España ves que las rivales usan mucho la pierna”. Este deporte cuenta con hasta cinco modalidades diferentes. Aunque Verde ha competido en todas, está centrada en kick-light y light-contact.
Además de todo ello, la soriana es capaz de sacar tiempo para estudiar 4º de la ESO y para pasar tiempo con sus amigos. “Normalmente no entreno hasta las siete, así que aprovecho toda la tarde para hacer cosas. Los domingos suelo descansar y hacer planes”, manifiesta con una sonrisa.
El camino de la deportista hasta el Europeo ha estado lleno de éxitos. Tras debutar en un campeonato oficial en 2018 con tan solo ocho años, Verde ha logrado numerosas medallas en opens, campeonatos de Castilla y León y de España. En estos últimos, ha conseguido diez medallas, dos de ellas de oro en 2025.
Sus éxitos a nivel nacional llamaron la atención de una selección española que no dudó en convocarla para una concentración que tuvo lugar en Madrid, para preparar el Europeo (acudieron 70 deportistas de todos los rincones del país). Después de mostrar sus cualidades en entrenamientos y combates, los seleccionadores decidieron apostar por ella para un torneo internacional en el que hizo historia. Junto a ella, viajaron otros 30 kickboxers españoles.
El año terminará para Adriana Verde con dos nuevos retos por delante: la Copa de Castilla y León y un open que se celebrará en Córdoba. Posteriormente, su carrera deportiva afrontará una temporada crucial. En 2026 dejará de ser cadete para comenzar en edad juvenil. Dentro de esta nueva categoría, deberá subir de peso, ya que no hay distinciones y que todas compiten en la misma modalidad: antes hasta 50 kilos se dividían en menos de 42, 46 y 50.
No obstante, el reto no le asusta: “Va a haber gente muy buena y va a ser muy difícil, pero quiero luchar por algún pódium”. Consciente de que “prácticamente voy a volver a empezar de cero”, se muestra tranquila, ya que a su lado seguirá su padre. Al valorar lo que significa tener a su progenitor como entrenador, pone en valor los aspectos positivos. “Es muy guay. Puedo entrenar cuando quiero y siempre me da muy buenos consejos de alimentación”, indica.
Con su ayuda, quiere seguir creciendo para alcanzar su sueño, proclamarse algún día campeona del Mundo. Mientras, con los pies sobre la tierra, tiene claro que va a seguir entrenando y estudiando, dado que quiere convertirse en profesora de educación física.
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