La carta de Sergio García, director de Soria Noticias.
Nunca he sido un gran lector. Cuando cuento esto la gente se escandaliza por mi condición de periodista e, incluso, los hay que consideran que no debería decirlo. Les explico. Obviamente leo bastante. Leo noticias de todo tipo, las nuestras, las de la competencia y las de mil y un temas que me interesan. Leo entrevistas, reportajes, crónicas, seguramente mi género favorito, y más veces de las que me gustaría informes, leyes o trabajos académicos. Pero sí, no soy un gran lector de libros. Soy demasiado disperso como para leer un ensayo o una biografía y me gusta más la realidad que una novela.
En resumen, que no soy un gran lector. Tampoco es algo que lleve a gala, más bien al contrario. Es algo que he intentado corregir muchas veces desde la vieja saga de Harry Potter, que se quedó a medias en mi habitación de adolescente. Y no sé si es consecuencia de estar haciéndome viejo o que la realidad cada vez me asquea más, pero lo cierto es que de un tiempo a esta parte he logrado leer más (libros). Lo bueno de acercarse a los 40 sin haber tocado grandes clásicos es que tienes todo un universo ante ti esperándote. Esto también me pasa con las películas; un día puedo disfrutar de ‘Sospechosos Habituales’ y, al otro, descubrir Pinocho y cómo el hecho de que le crezca la nariz cuando miente resulta totalmente circunstancial e irrelevante en la película.
Ahora que llega la Navidad y los libros son un bonito, elegante y cumplido regalo quería hablarles de tres de los que he leído en los últimos meses por si les sirven de idea o inspiración.
Voy de menos a más. He leído, no sin dificultad, ‘Hábitos atómicos’, del estadounidense James Clear, uno de esos libros que según los gurús de internet te cambia la vida. Más de 25 millones de ejemplares vendidos no pueden estar equivocados, pero yo no he logrado ni tan siquiera establecer el hábito de leerme ese libro. Los ejemplos de cada capítulo son más curiosos que inspiradores y no he conseguido aprender nada nuevo. Tal vez sí algunas cosas que no me había parado a pensar antes, pero nada revelador. Otro estilo, ‘El beso de los océanos’, del corresponsal abulense Óscar Mijallo. Una novela de marinos entretenida, sin grandes pretensiones. Bonita, culta, reconfortante, nos narra uno de los grandes hitos de la historia de España, la primera vuelta al mundo de Magallanes-El Cano
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Y para el final les dejo mi preferido, ‘Sapiens: De animales a dioses’, del historiador israelí Yuval Noah Harari. Un apasionante autodescubrimiento de nosotros mismos como especie que te mantiene pegado a las páginas descubriendo cómo nuestros antepasados fueron evolucionando hasta lo que somos hoy, seguramente renunciando al placer individual por el progreso colectivo. Un relato, el nuestro propio, de cómo la creencia común en entes inventados (el dinero, Dios, las nacionales, los derechos humanos...) permitió al ser humano cooperar a gran escala para dominar el planeta.
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