Rodado en blanco y negro y por los propios reclusos: así es el documental 'Las voces del silencio'

La sala 2 de Cines Mercado acogía esta tarde de martes el estreno del documental 'Las voces del silencio'. Un filme de 57 minutos de duración que se introduce en el interior del centro penitenciario de Soria para conocer, intramuros, la vida de cuatro jóvenes internos que narran -y se sinceran-, en primera persona, sus vidas. Son testimonios con los que comparten una pasión, la música, en distintas vertientes.

El filme ha sido dirigido por Guillermo González Coll y también cabeza de la asociación Harmony Coaching, dedicada a iniciativas sociales que fundamentan su razón de ser en el arte como herramienta de educación y reinserción. El documental es la evolución natural de 'Versos libres', un taller de creación musical que la agrupación lleva desarrollando desde hace dos años con los internos del centro ubicado en el barrio de Las Casas.

Los protagonistas absolutos son cuatro de los participantes del taller, conocidos por sus pseudónimos artísticos: El Caracolero, OVD de Moda, El Robo 21 y PRT45. Fueron escogidos no solo por su talento, sino por las historias que llevaban dentro. "Les hemos puesto delante de la cámara para que hablen de sus historias de vida, sobre todo relacionadas con la música, con el futuro, con su horizonte, y cómo la música les está ayudando a pasar este proceso".

Enfoque

El documental se alía con un enfoque que evita un pasado que supone, consecuentemente, un presente sin libertad. "No se habla en ningún momento de por qué están o no están en prisión. Son ellos como creadores, es la dificultad que tienen para sacar su talento adelante cuando vienen de un contexto sociocultural y socioeconómico que no ha sido, sobre todo, fácil", subraya González. El filme explora las infancias terribles y los barrios complicados que marcan sus biografías, mostrando cómo, a pesar de todo, la sensibilidad y la creatividad afloran, buscando la luz al final del túnel.

Aunque sus orígenes son dispares —uno de Sevilla, otro de Pamplona, por ejemplo—, el documental hila un tejido que conforma un relato común, dentro del cual "en el fondo son situaciones muy similares", revela el director refiriéndose a las vivencias compartidas de abandono o entornos familiares complejos que unen a los actores más allá de las rejas. Para profundizar en esos bagajes de vida, el equipo de rodaje viajó a Sevilla y Pamplona para entrevistar a las hermanas de dos de los protagonistas, añadiendo una perspectiva externa y familiar a sus relatos.

Un rodaje desde dentro

El proceso de grabación ha llevado un año, con sesiones de rodaje cada lunes. El 90% del material se ha rodado dentro del centro penitenciario, en un reto complicado tanto por la seguridad que implica el ordenamiento de la prisión como lo es también el cumplimiento de la normativa para este tipo de actividades. El equipo técnico ha sido tan singular como los protagonistas: junto a miembros de la asociación y antiguos participantes del proyecto, un grupo de cinco internos se ha encargado de grabar el documental. "Ha sido complicado, aunque teníamos el apoyo y el interés del propio centro penitenciario", reconoce González, quien ha relatado las dificultades para decidir qué se podía mostrar y qué internos podían aparecer en pantalla, lo que requirió consultas constantes con las autoridades penitenciarias en Madrid.

El proyecto 'Versos libres' busca ser una vía de escape y una herramienta terapéutica. El objetivo es que los internos conecten con su lado más emocional y pongan en valor su sensibilidad. "Qué difícil es conectar no solo con tu creatividad, sino con tu sensibilidad también. Es una de las apuestas en las que se basa este proyecto", ha reflexionado González. Esta conexión se convierte en un motor para la reinserción, un problema que el anterior director de la prisión ya había señalado como crucial.

La música les ofrece una alternativa, una identidad más allá de su pasado. "De repente ellos empiezan a ver que hay otros caminos", observa González. El arte pone de manifiesto que tienen un talento que puede tener resonancia fuera de la prisión, abriendo la puerta a un futuro diferente. De hecho, el trabajo de uno de ellos, 'El Caracolero', ya ha llamado la atención de la actual dirección del centro.

La estética de la emoción

Rodar en blanco y negro y utilizar primerísimos planos es algo meditado previamente, ya que se hace preciso que el espectador no se aleje del relato y centre toda la atención en el mensaje. "Lo importante aquí son ellos y sus reflexiones, la música y las emociones. No necesitamos la distracción de las luces, de los fogonazos, sino más bien que permita estar con ellos y sentir", reflexiona González. El objetivo busca sus ojos, sus gestos, invitando al espectador a interiorizar sus vivencias y a reconocer la humanidad que se esconde tras este documental cuya puesta de largo ha contado hoy con una nutrida asistencia, sobre todo de público joven.