La pequeña localidad de Oncala acoge, desde hace 15 ediciones, uno de los eventos más participativos y bonitos de la Navidad en Soria. Su belén viviente ya es una insignia. Este año será el 7 de diciembre.
En el corazón de las Tierras Altas, la localidad de Oncala se transformará el 7 de diciembre: sus calles empedradas se convertirán en un escenario vivo de la Navidad cuando comience a anochecer. Impulsado por la Asociación El Redil y el Ayuntamiento, su belén viviente, enmarcado en las actividades que realizan durante la Feria del Acebo, es fiel a una filosofía que huye del estatismo para abrazar la inmersión total del visitante. “Lo que queremos es que la gente que venga al pueblo participe”, explica el coordinador de la cita, Fidel Gerardo Fernández, quien subraya que el evento “no está diseñado para ser observado desde la distancia, sino para ser vivido en primera persona, rompiendo la barrera tradicional entre los actores y el público, y donde el objetivo es crear recuerdos imborrables” en una jornada que requiere una compleja preparación previa.
Esta vocación interactiva se materializa en cada uno de los oficios representados, donde se invita a las familias a integrarse en las tareas cotidianas de la recreación. Lejos de ser una pieza teatral pasiva, la organización busca que el visitante “se manche las manos de harina o colabore en las labores de carpintería”, una anécdota que se repite cada año y que diferencia a este belén de otros montajes estáticos. “El que entra en la panadería, generalmente, sale lleno de harina”, bromea Fernández, insistiendo en que “el leñador no se limita a ser leñador; lo importante es que la leña la corten el padre y el niño”. Es esta experiencia inmersiva y directa la que define a Oncala, buscando instantes personales para cada visitante: “No es solo un teatro para los que están dentro, sino que es algo vivido por los que vienen”.
Para mantener la autenticidad de la cita, que moviliza a entre 70 y 80 voluntarios, existe una norma no escrita pero fundamental: los participantes deben estar vinculados al Municipio, ya sean residentes o descendientes que regresan para colaborar. “La idea es que sea realmente el pueblo. Si no, no tiene mucho sentido”, asegura el coordinador, quien supervisa desde fuera que “el engranaje funcione para que el visitante tenga la mejor experiencia”. Este esfuerzo colectivo logra generar una atmósfera cálida que combate el riguroso frío de diciembre en Soria, un elemento climático que la organización mitiga ofreciendo “chocolate caliente al finalizar el recorrido”. Como matiza Fernández, describiendo el ambiente como entrañable, “el frío se soluciona con un poco de chocolate al final y con el cariño de todos nosotros”, la clave del éxito de este belén. Entre los colaboradores, los hay de todas las edades: desde los más pequeños, capaces de sorprender a los visitantes con tareas complicadas, como elaborar morcillas, hasta barberías donde puedes ir a que te afeiten de la forma más tradicional.
Tras 15 años de trayectoria, está diseñado para fomentar el encuentro familiar, buscando “que puedan participar, como mínimo, las tres generaciones: los padres, los hijos y el abuelo”. Como broche final a la jornada, y siempre que las condiciones meteorológicas y el viento lo permitan, el cielo de Oncala se iluminará con el “tradicional lanzamiento de farolillos chinos”, un momento en el que los deseos de los asistentes se elevan sobre el pueblo. “El año que sale bueno y hay 200 farolillos encima de tu cabeza, es impresionante”, concluye Fernández, destacando la magia de una celebración que involucra a todo un pueblo y es capaz de transformar en calidez el frío del mes de diciembre.
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