¿Cómo montar un huerto urbano? Pasos y variedades

Montar un huerto urbano es una forma práctica y sostenible de producir tus propios alimentos frescos, incluso si solo cuentas con un balcón, azotea o pequeño patio. El primer paso es elegir el espacio adecuado, que reciba al menos 5-6 horas diarias de sol directo. La orientación sur o suroeste suele ser la más favorable. Asegúrate de que el lugar tenga buen drenaje y acceso fácil al agua para el riego.

En segundo lugar, selecciona contenedores o mesas de cultivo según el espacio disponible. Puedes usar jardineras, macetas profundas, cajas de madera o sacos de rafia. Es fundamental que tengan agujeros de drenaje para evitar encharcamientos. Rellénalos con una mezcla de sustrato aireado y fértil, idealmente compuesta por tierra vegetal, compost y fibra de coco o perlita, que retiene humedad sin compactarse.

El siguiente paso es elegir las variedades adecuadas. Para principiantes, lo mejor es empezar con especies resistentes y de ciclo corto. Entre las hortalizas más exitosas destacan: lechugas, espinacas, acelgas, rábanos, zanahorias baby, cebollas tiernas y tomates cherry. También funcionan muy bien pimientos, calabacines y berenjenas, aunque requieren más sol y espacio. Las hierbas aromáticas como albahaca, perejil, menta, romero o tomillo son ideales, pues ocupan poco y repelen plagas.

Puedes combinar especies mediante asociación de cultivos, por ejemplo: tomates con albahaca, zanahorias con cebollas o lechugas con rábanos, para aprovechar mejor el espacio y reducir enfermedades. El riego debe ser regular, preferiblemente por goteo o con regaderas de boquilla fina, evitando mojar las hojas. Conviene mantener el sustrato húmedo pero no saturado. Añade compost o humus de lombriz cada mes para reponer nutrientes y mantener la vitalidad del suelo, y observa el huerto a diario para evitar plagas, retirar hojas secas y cosechar en el momento justo.

Por estaciones, el otoño es propicio para cultivos de hoja y raíz como las espinacas, la acelga, los nabos, el brócoli o la coliflor. En invierno, se recomienda apostar por especias resistentes al frío como los puerros, las habas, los guisantes o las cebollas.

Con la subida de temperaturas, la primavera es ideal para sembrar y trasplantar especies como los tomates, los pimientos, las berenjenas, los calabacines, las lechugas o las judías verdes. Por último, en verano, con el huerto en plena producción, se mantienen los cultivos de primavera y se añaden otros: pepinos, melones o sandías.