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Hay vida después del Vaticano para el Coro de Fuentearmegil

Hay vida después del Vaticano para el Coro de Fuentearmegil

Actualizado 15/12/2025 20:55

Los 16 miembros del conjunto siguen demostrando que no hay nada de loco en soñar a lo grande. Cuentan su historia, llena de fe, picaresca y pasión, y hablan de su nuevo proyecto.

Una vez a la semana, el sonido ambiente en Fuentearmegil cambia los trinos de los pájaros por la música coral. 16 personas se reúnen en el centro social de la localidad para aprender y pasar un buen rato. Algunos solo tienen que cruzar la calle para llegar a la cita, pero otros deben salir de casa media hora antes. Viajan desde Alcoba de la Torre, El Burgo, Langa o la vecina Aranda de Duero. Y es que la historia de este conjunto habla de los que realmente vertebran los pequeños pueblos de la provincia. De aquellos que no entienden de fronteras ni ordenación del territorio, sino de objetivos comunes y pasión compartida.

Las raíces de este conjunto comenzaron a crecer en 2008, en las clases de cultura musical del centro de educación de adultos ‘Doña Jimena’. “Se formaron coros en Alcoba, Alcubilla, Villálvaro, Soto de San Esteban, Langa...”, recuerda su director y por aquel entonces profesor, Héctor Díez. Cuando los recortes pusieron fin a aquellas clases itinerantes en el curso 2010-2011, el germen ya había prendido. El grupo de Alcubilla de Avellaneda decidió continuar y, poco después, el entonces alcalde de Fuentearmegil, contagiado por el entusiasmo, impulsó la creación de otro grupo para su pueblo. Meses después, la unión de ambos dio lugar a un conjunto robusto de más de 25 voces.

Hay vida después del Vaticano para el Coro de Fuentearmegil | Imagen 1

Sin embargo, la pandemia supuso un duro golpe. El parón de casi dos años y las secuelas personales diezmaron al grupo de Alcubilla, dejando al de Fuentearmegil como único superviviente. En ese momento de reinicio, Díez decidió que no iban a “andar con medias tintas” y se marcó un ambicioso objetivo: cantar en el Vaticano.

Fe y picaresca

El camino hacia Roma no fue sido sencillo. Los primeros intentos cayeron en saco roto, pero el coro arriesgó por el todo o nada y reservó el viaje y el hotel con diez meses de antelación. “No sabíamos si íbamos a cantar, pero teníamos fe”, explica el director. Con los billetes en la mano, comenzó una intensa campaña de comunicación. Correos electrónicos a todas las direcciones vaticanas imaginables, peticiones a través de otros directores de coro... Nunca llegaba respuesta. Díez se tomó este silencio como una cuestión personal. “Se convirtió en un reto. Si no había un no, todavía podíamos encontrarnos con un sí”.

Y entonces la bombilla se encendió. Descubrieron que otros coros justificaban su presencia con motivos especiales, como centenarios o celebraciones patronales. “Le pedí a Lucía, la alcaldesa, que encontrase algo, aunque fuese debajo de las piedras, para que pudiésemos decir que íbamos para celebrarlo”.

Se alinearon los astros porque, ese mismo año, se cumplía el centenario del ‘Coto Redondo’, una iniciativa del sindicato católico agrícola que resultó crucial para los pueblos de la zona. El Ayuntamiento de Fuentearmegil aprobó la conmemoración en un pleno, dotando a la petición de un sello oficial. Armados con este documento, enviaron la solicitud por fax y correo ordinario a las más altas instancias, incluyendo al cardenal Mauro Gambetti, arcipreste de San Pedro.

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La perseverancia tuvo su recompensa. En noviembre, llegó la respuesta con una propuesta mucho más grande de lo imaginado. En lugar de una capilla lateral, que fue lo que solicitaron, cantarían en la misa dominical del 11 de febrero en la nave central de San Pedro. Todo un lujo.

Milagros Núñez, integrante del coro, recuerda cómo “me temblaban hasta las canillas” escuchando el órgano. Como profesionales, contuvieron la “intensa” emoción y “nos crecimos.” “Nuestra voz sonó más firme que nunca”, recuerdan. Al acabar la actuación, la nave central rompió en aplausos y, entonces sí, fue “imposible” contener las lágrimas.

El coro pasó, sin escalas, de actuar en las misas de la comarca a la basílica más importante del mundo y el evento no pasó desapercibido. Agencias de noticias como EFE y Reuters, y cadenas de televisión nacionales, se hicieron eco de la historia, catapultando al coro a una fama inesperada. “No te puedes imaginar lo que es ver nuestra foto en páginas de medios de Suecia, Buenos Aires, Filipinas, Japón...”, relata Héctor henchido de orgullo.

Otro gran reto

Para mantener viva la motivación tras ese salto, había que seguir ensayando, pero también encontrar nuevas metas. “Busqué algo para mantener encendida la llama”, explica el director.

Para conmemorar el primer aniversario de su actuación en Roma, han cantado en la catedral de Burgos y, ahora, su gran proyecto es la grabación de un disco. No es una ilusión, pues ya grabaron en los estudios Neo, de Sonorama. Allí aprendieron que “aunque no sea en directo y se pueda repetir, los nervios fueron iguales o más intensos que en San Pedro”.

El disco tendrá dos partes, una dedicada a la música religiosa y otra a los cánticos populares. Esperan que pueda ser el mejor regalo colocado bajo el árbol de la próxima Navidad.

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