Mons. Gerardo Melgar Viciosa, Obispo de Osma-Soria, inauguró en la tarde del domingo 17 de noviembre las obras de rehabilitación del claustro del Seminario diocesano "Santo Domingo de Guzmán".
Decenas de amigos del Seminario, sacerdotes, religiosos, familias y seminaristas, etc. se reunieron para poder asistir al acto con el que culminaban cuatro meses de reformas costeadas por el Centro vocacional (con fondos propios) en un 80% y en las que el Obispado ha aportado el restante 20%.
El Rector del Seminario, Gabriel-Ángel Rodríguez Millán; la arquitecta diocesana, María de la O del Santo Mora; y el prelado oxomense-soriano, Mons. Melgar Viciosa, fueron los encargados, en un primer momento, de presentar detalladamente la reforma efectuada, dando las gracias a los amigos del Seminario "que han hecho posible esta obra". En un segundo momento, Mons. Melgar Viciosa presidió una sencilla celebración de la Palabra al final de la cual bendijo las obras; concluido el acto de inauguración y bendición, los asistentes compartieron un vino español en los comedores del Centro diocesano.
Los trabajos en el claustro (llevados a cabo por la empresa Alfredo Llorente Romera) han permitido recuperar la imagen de este espacio tal y como lo concibió su fundador, el Obispo Fr. Joaquín de Eleta y Piedra, quién concibió su intención de edificar el Seminario en 1779; así expresó este pensamiento en la carta que escribió, en 1779, al alcalde mayor de El Burgo: "Muy Sr. Mío: Deseando el bien de esta Villa y de esa Diócesis, he resuelto fabricar a mis expensas un Colegio para colegiales porcionistas, hijos de este Obispado; el terreno más proporcionado para los fines que intento es el que hay a la mano derecha contiguo a la muralla saliendo por la puerta de la Villa llamada la Puerta Nueva hasta la tapia del corral del Colegio de Santo Domingo?". Según apuntó el Rector del Seminario, "hemos querido que esta obra felizmente concluida sea un homenaje a la memoria de este Obispo que, también desde el punto de vista arquitectónico, tanto hizo por la Diócesis y por esta Villa burgense que le vio nacer".
Con la obra de rehabilitación inaugurada se ha permitido mejorar el eje central del Seminario y un mejor aprovechamiento del sistema de calefacción (pues se han encastrado los climatizadores en el suelo funcionando como una cortina de aire entre las pilastras). Se han colocado grandes cristaleras que devuelven la luz natural al corazón del edificio; además, la composición de estos vidrios permite la retención del calor en el interior en invierno y durante el verano impide su entrada. La uniformidad del plano del vidrio permite realzar las pilastras del patio, recuperando la ilusión de la imagen original del claustro abierto. Así mismo, se ha restaurado la vidriera de Santo Domingo y se ha decorado el claustro con cuatro grandes serigrafías de otras tantas escenas de la vida del patrón del Seminario, Santo Domingo de Guzmán; tres de estas ilustraciones son reproducciones de los frescos originales que se encuentran en el convento de san Marcos de Florencia y son obra de Fray Angélico, beatificado por Juan Pablo II en el 3 de octubre de 1982 (la cuarta es de un discípulo de Fray Angélico). Se ha restaurado la fuente del patio central y la imagen del Sagrado Corazón que, con la nueva disposición del interior del Claustro, queda realzada, y se ha colocado a los pies de la vidriera de Santo Domingo una réplica del escudo del Obispo Eleta como homenaje al gran Obispo que concibió y mandó ejecutar la construcción del Seminario.
Según el Rector del Seminario, "en estos momentos tenemos unas instalaciones acordes con estos tiempos, útiles, funcionales y de una sobria belleza". En sus palabras de saludo, Rodríguez Millán agradeció "el apoyo que siempre nos manifiesta el Sr. Obispo, nuestro presbiterio diocesano, así como las comunidades religiosas particularmente las de vida contemplativa y las muchas personas que forman el llamado grupo de Amigos del Seminario".
La construcción del edificio, que hoy es la sede del Seminario, se debe al Arzobispo Joaquín de Eleta, franciscano, confesor del rey Carlos III y Obispo de Osma entre los años 1786 y 1788 (el próximo 4 de diciembre se cumple el 225º aniversario de su fallecimiento). Él fue quien, llevado de su preocupación por los jóvenes seminaristas, quiso un espacio de nueva planta en el que los estudiantes se sintieran a gusto. Y levantó el Seminario, un edificio de planta cuadrada con un patio central. La planta baja se destinó a capilla, refectorio, cocina y despensa; en la primera se situaron las aulas en torno al claustro, y en la segunda las habitaciones de los alumnos. Tradicionalmente se ha considerado que el Seminario fue construido según los planos trazados por Francisco Sabatini, aprovechando su estancia en El Burgo de Osma con motivo de las obras de la capilla de Palafox; pero hay estudiosos que prueban más bien que los planos del Seminario fueron realizados por Luis Bernasconi. El aire sabatinesco del edificio se explica por la estrecha colaboración que éste, como ayudante de toda confianza, mantuvo con el arquitecto palermitano.
El Obispo Eleta llevó adelante la obra del Seminario para que los alumnos pudiesen gozar de un sitio cómodo y saludable, con lugares de sol y distracción; y, por encima de todo, quiso revitalizar la vida religiosa de los futuros sacerdotes diocesanos.
Se desconocen las intervenciones que en el Claustro se llevaron a cabo desde su construcción hasta el S. XX. Posiblemente no hubo ninguna en sentido integral. Es en los años cuarenta cuando se afronta la primera de la que tenemos noticia según el recuerdo de quienes en esos años eran seminaristas. En efecto, en 1942 se colocaron las cristaleras para aislar, en la medida de lo posible, las aulas en los duros días del invierno. En 1949 se colocó el suelo y el zócalo. Aquella obra de los años 40 cambió radicalmente la fisonomía del claustro que hasta ese momento se encontraba abierto, con el suelo de guijarros y un discreto zócalo de piedra manteniendo, posiblemente, la estética de los orígenes.