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El padre Honorio Calvo recoge la ayuda en el proyecto Navaleno para destinarla a un comedor de ancianos en Méjico

El padre Honorio Calvo recoge la ayuda en el proyecto Navaleno para destinarla a un comedor de ancianos en Méjico

Actualizado 17/09/2013 10:37

Buena parte de la solidaridad se 'recoge' a través del partido de fútbol de los veteranos de S.D. Navaleno con los del C.D. Numancia

Cada verano, el padre Honorio Calvo, de la Orden de los Agustinos Recoletos, visita la provincia de Soria. Su estancia tiene una doble misión, por una parte regresar al ambiente hogareño y familiar en el pueblo que le vio nacer, en Navaleno (Soria), y por otra, recoger la solidaridad y entrega para una buena causa, como es la ayuda a quienes lo están pasando mal, en estrecho contacto con los indígenas tarahumaras, a través de una parroquia ubicada en Ciudad Cuauhtémoc, en el Estado mejicano de Chihuahua. Su continua presencia en Castilla y León, ha permitido sumar apoyos para colaborar en un comedor de ancianos en Querétaro, próximo a la capital mejicana, con el funcionamiento de un comedor para ancianos abandonados. Hoy, Honorio admite que el gran problema del Estado en el que vive es la violencia en el la lucha de los cárteles por el control de la droga, y "nos estamos acostumbrando a la violencia, la vemos como algo natural".

Calvo cree que el "gran problema" de Méjico es "la lucha de los cárteles por el control del narcotráfico, en el paso de la droga a Estados Unidos". Tras un cuarto de siglo en el país, el padre agustino ve con pena como "hay mucha extorsión y muchas ejecuciones", algunas de ellas sádicas e incontroladas.

Lleva un año en la nueva parroquia, a seis horas de Ciudad Juárez "la ciudad más violenta del mundo". Antes estaba en Ciudad Delicias, en el sur del Estado, una zona desértica, con dos grandes presas que favorecen una rica producción agrícola. Honorio estuvo diez años en Filipinas, en el ambiente universitario. De sus 65 años, 25 los ha pasado en Méjico. "Lo que más me gusta es la zona rural", admite el sacerdote natural de Navaleno.

El proyecto Navaleno, como él lo conoce, ayuda al funcionamiento de un comedor para los ancianos abandonados a las afueras de la ciudad de Querétaro. Dentro de la parroquia, un grupo de mujeres cocina para los mayores. El comedor está administrado por las monjas de la orden de las agustinas recoletas. "Son unos sesenta ancianos que reciben tres comidas al día", comenta el padre misionero, quien recuerda que la ayuda favorece también la educación de unos 40 chavales.

"El dinero que sale de Navaleno viene a apoyar un proyecto que en un 80 por ciento está apoyado por las ayudas, y un 20 por ciento corre a cargo de la Comunidad", comenta Honorio. Quienes están más cerca de los necesitados creen que en el reparto de la ayuda se tiene que implicar la Comunidad, y no todo puede llegar de las donaciones.

Las ayudas que canaliza el padre Honorio son fruto de la solidaridad, demostrada principalmente a través del partido de fútbol solidario que todos los años, al inicio del mes de agosto, se disputa en el campo Vicente Peña de Navaleno, entre la S.D. Navaleno y el C.D.Numancia. Los fondos recaudados le son entregado al padre agustino recoleto, quien los recoge "junto con las donaciones que hacen gente anónima a través de las cuentas abiertas en entidades bancarias.

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