Esta mañana, un millar de ovejas han cruzado las calles de Soria camino a Oncala. Mantienen así una tradición milenaria en peligro de extinción que desde el domingo estará amparada por una asociación de ámbito nacional.
Las calles de la capital soriana han acogido hoy una de las tradiciones milenarias que ayudaron a conformar el paisaje de la ciudad y la provincia. Mil ovejas merinas continúan su camino por la Cañada Real Soriana Occidental que les llevará hasta Oncala, donde finalizarán su ruta y esperarán hasta tener que volver a partir para evitar el duro invierno característico de estas tierras.
Con el objetivo de visibilizar la importancia de mantener esta práctica, la Mancomunidad de Tierras Altas ha organizado la doceava edición de la marcha '¡Somos trashumantes!'. "La idea es poner en valor algo tan importante para la Comarca de Tierras Altas como es la trashumancia. Desde el neolítico ya hay vestigios que atestiguan que aquellas gentes se movían buscando pastos frescos de calidad para sus rebaños y en la época de la Mesta ha sido una actividad importantísima de la que vivían la inmensa mayoría de las familias de la zona", declara Raquel Soria, agente de desarrollo de la Mancomunidad de Tierras Altas. La actividad ofrece la posibilidad de acompañar a algunas de las últimas ovejas y pastores trashumantes de la provincia, recorriendo el último tramo entre la capital y Oncala para reconocer el valor de esta actividad y la entrega de la gente de esta comarca.
Las que han atravesado la capital son las merinas de la Ganadería 'Pérez'. Ahora, esta ganadería que data del s. XVII está gestionada por los hermanos Ricardo, José María y Basilio que no recuerdan una genearción de Pérez que no se haya dedicado a la trashumancia. Llevan 7 meses en Trujillo y ahora pasarán 5 en Soria. El oficio ha cambiado mucho desde que sus padres y abuelos se dedicaban al pastoreo. Hoy en día ya no van andando, llevan desde 1995, cuando quitaron el tren, recorriendo la ruta en camiones.
Además, ahora sería imposible hacerlo como hace 100 años por el estado de las cañadas. "En la mayor parte de los sitios ya no hay cañadas, se han metido los agricultores, carreteras... Como las cañadas eran vías públicas, todo el mundo se ha querido hacer con ellas y aunque en algunos sitios las han expropiado, en muchos lugares están intransitables". Este es el caso también de muchas zonas de Soria, donde los campos de siembra le han ido ganando terreno a las cañadas, respetando los caminos necesarios para permitir el paso de tractores y maquinarias. Y aunque para ellos es su vida, es un trabajo "esclavo", en palabras de Ricardo. "No tenemos ningún privilegio por ser trashumantes y hay muchos problemas burocráticos para moverte de una región a otra", lamenta.
Son muchas las razones por las que la trashumancia es una práctica importante para el ecosistema soriano. "Es importantísimo para la sostenibilidad medioambiental por todo lo que contribuyen en prevención de incendios, limpiando los campos. Además, facilita la diseminación de las semillas gracias al pasto de los animales y a la vez abonan la tierra", asegura Raquel Soria. En cuanto al bienestar animal, el ganado trashumante gana mucho en calidad de vida con respecto al estabulado, por su alimentación variada y su crianza al aire libre, sin sufrir las inclemencias climáticas por vivir una continua primavera gracias a la migración.
Sin embargo, es una práctica en peligro de extinción. "Debería ser una actividad de moda porque cumple todos los objetivos de desarrollo sostenible de los que tanto se habla en la actualidad", declara Soria. De hecho, Ricardo Pérez no cree que su ganadería vaya a continuar cuando él y sus hermanos se retiren. "No tenemos descendientes, esto de la trashumancia es muy duro y nadie quiere seguir". "Quedamos pocos trashumantes y además acaban con nosotros", añade.
Por ello, el domingo se creará en Oncala una asociación de ámbito nacional, la red de territorios por la trashumancia con el nombre de 'La huella trashumante', buscando defender esta práctica. Soria, Extremadura, la Sierra de Albarracín, las Canarias, Cataluña... son muchas las zonas que, aun con distintos tipos de ganado, mantienen todavía viva esta forma de ganadería. "Cada territorio tiene sus peculiaridades pero al final todos tenemos una realidad paralela en el ámbito de la despoblación y en la dificultad de encontrar relevo para continuar con estas explotaciones. Eso nos ha hecho reunirnos a todos para crear la asociación", apunta la representante de la Mancomunidad.
Piden al gobierno más ayudas al sector, ya que reconocer esta práctica como un bien de interés inmaterial no ayuda a los ganaderos que se dedican a ella. "La carne debería tener un reconocimiento, ya que el precio del cordero merino trashumante es el mismo que el de un cordero estabulado. Quizás podría buscarse una marca de calidad y tratar de ayudar, a través de las nuevas tecnologías, a facilitar la vida de los profesionales".
Ante la expectación de sus ciudadanos, la capital pudo revivir una tradición que le hizco covertirse en la fría cabeza de Extremadura. Mil viandantes a cuatro patas han reivindicado lo que es suyo manteniendo, un verano más, una práctica que parece tener los años contados.