Bajo el título ?La necrópolis de Numancia: rituales, élites y género? y dentro del ciclo de conferencias sobre 'Celtas y celtíberos' que organiza la Fundación Duques de Soria, el catedrático Alfredo Jimeno ha impartido en la tarde de este lunes 29 de junio una interesante conferencia acerca de los avances e investigaciones sobre la vida de los celtíberos en el poblado que mantuvieron en el término de Garray.
En su disertación, el ponente se refirió a que según los cálculos, el asentamiento tendría unas 640 casas, lo que daría una población de unos 1.500 habitantes. Por ello, ante estas cifras, en la necrópolis, y a lo largo de los 75 años que estuvo en servicio ?existe un desfase de difuntos de unas 1.400 personas?, lo que lleva a pensar, según sus palabras, a que las guerras numantinas diezmaron la población y no se hizo uso de esta zona funeraria. Además reseñó que también se daban otro tipo de ceremonias mortuorias dejando a los cadáveres a la suerte de aves necrófagas como los buitres.
Jimeno expuso también que los celtíberos incineraban los cuerpos con maderas de pino y sabina, con lo que las piras alcanzaban una temperatura ?entre los 600 y los 800 grados?, lo cual ha supuesto un cierto obstáculo para llevar a cabo un análisis generalizado de los restos.
Con todo, sí que resaltó que los hábitos de alimentación eran diferentes entre hombres y mujeres. Ellos ?se alimentaban más de cereales y ellas comían sobre todo bayas y frutos secos?, expuso, señalando de paso que el menú que se degustaba en la ceremonia de enterramiento primaba la carne de caballo en los enterramientos más antiguos y cambiando al cordero en los más recientes. Una circunstancia que explicó se debía con probabilidad a que ?estemos hablando de un cambio de concepción de riqueza donde hay una mayor abundancia?.
En cuanto a la diferenciación de sexos, y debido a la imposibilidad de efectuar las pruebas de ADN de los restos estudiados, detalló que se conocen los enterramientos por los componentes de los ajuares mortuorios, ya que han aparecido tumbas con armas, con armas y arreos de caballo y ?tumbas finalmente sólo con elementos de adorno?, por lo que estas últimas con gran posibilidad pertenecerían a mujeres.
En cuanto a los niños, Jimeno significó que eran enterrados en los suelos de las casas, ya que mientras no cumplían la mayoría de edad ?no son referencia social, y son competencia de la familia?. Aquí recordó que hasta el siglo XIX en las provincias vascongadas había una costumbre de enterrar a los menores ?no en el suelo, sino en los aleros de las casas? en lo que consideró como ?un contexto doméstico y familiar?.