El paraje del Sotillo de la localidad ribereña volverá a acoger esta representación el día de Navidad. "Este año habrá sorpresas", asegura María Luisa Aguilera, alcaldesa de la localidad.
El día de Navidad es, para muchos, el día más especial del año. Sin embargo, en el caso de San Esteban, este mágico momento es aún más singular y esperado. La tarde del 25 de diciembre, sanestebeños y visitantes acuden al Paraje del Sotillo, junto al río, para disfrutar de una representación hecha por y para el pueblo: su tradicional Belén Viviente.
"Los voluntarios siguen aumentando porque, afortunadamente, cada vez tenemos más niños y adolescentes que se suman y van tomando el relevo por esas personas que lo van dejando, fundamentalmente, por edad o salud", afirma María Luisa Aguilera, alcaldesa de la localidad. "Fue muy gratificante cuando hicimos la reunión y aparecieron las familias para ir apuntando a los niños y a familiares que no estaban en el pueblo pero van a venir solo para eso, en total contamos con casi 100 voluntarios entre figurantes y técnicos que se vuelcan con ello", añade.
Es precisamente ese relevo generacional y familiar lo que hace funcionar la representación, tanto en su producción como en propia línea argumental. Porque aunque cada año este Belén cuenta una historia ligeramente distinta, tradicionalmente siempre había sido un miembro más mayor de una familia el que narraba la historia principal a su nieto mientras colocaban las figuras que forman el Belén. Sin embargo, "este año habrá sorpresas", asegura la alcaldesa.
Eso sí, todas las obras narran, como manda la tradición, algún momento relacionado con el nacimiento de Jesús. "Lo bonito es ir, escucharlo y sentir esos momentos que sobrecogen porque el espectáculo no solo son los actores sino el juego de luces y de sonido que ambienta toda la representación", afirma Aguilera. Todo, completado por una chocolatada para aliviar el frío que suelen pasar actores y asistentes. Este año, esperan que más de 2.000 personas se reúnan a disfrutar de estas obras que tienen una duración de unos 15 o 20 minutos, porque a veces "lo más bello es lo más efímero".
Son los figurantes los que se encargan de buscar su propio vestuario y caracterización y todos los participantes lo hacen de forma altruista. "Es de las cosas más sencillas, pero como salen del pueblo vienen de ahí su éxito".
Los sanestebeños no tuvieron que renunciar el año pasado a su Belén Viviente, aunque tuvieron que hacerlo con mascarilla. Este año, se sentirán "liberados" y "aunque seguiremos haciendo todo con cautela, tendremos libertado para seguir relacionándonos y haciendo lo que tanto nos divertía". Todo, para mantener una costumbre que cada año logra emocionar a miles de personas, "haciendo un guiño a la transmisión oral de nuestras costumbres y tradiciones a lo largo de los siglos", concluye la alcaldesa.