Otra mañana más y el amigo Ángel nos llama a la puerta de la habitación para despertarnos, del cansancio acumulado ya no sabes ni donde te levantas ese día. Pero en seguida la rutina del desayuno y mantenimiento de bicicletas, que ayer fundimos pastillas de freno que no veas, y arreglar 4 pinchazos del Edu, que a ver si aprende ya.
Hoy contamos con la presencia del recién llegado Angelito, directamente salió de currar del cuartel ayer en Soria y se vino hasta aquí para completar la ruta con nosotros. ¡Que grande eres!
Además nos hace de guía, porque aquí en Portugal, ya es obligado ir por carretera, aunque a Javi y Gonzalo no les gusten nada y sigan bromeando con alguna bajada extrema. No hay caminos, es imposible ir de un pueblo junto al río, si no es por asfalto.
Aunque empezamos con varias subidas largas, ya no es lo mismo, la dureza y dificultad no se pueden comparar y avanzamos mucho más rápido hasta llegar a São João da Pesqueira donde comemos. Allí nos espera con la furgoneta Jesús, nuestro nuevo chófer hasta Oporto. Gracias por todo.
Continuamos y hacemos una enorme bajada para ponernos a 90 metros sobre el nivel del mar. Una maravilla los paisajes con infinidad de viñedos en las faldas de las montañas, no llega la vista a ver otra cosa que grandes sistemas montañosos.
Pasamos por la presa que hay en el camino, donde un sistema curioso, hace posible el paso de los barcos.
Y un poco más adelante el pueblo de Peso da Régua, con dos imponentes puentes a la entrada a la ciudad.