Al anochecer, y tras el sonido de las campanas de la iglesia, los vecinos de Tajueco repitieron la tradición de salir a cantar por las calles el primero de noviembre, recordando así a sus difuntos. Entre velas y calabazas, dos grupos de jóvenes y mayores cantan en verso,recordando a las almas que están en el purgatorio. Con el cántico, que recuerda la fragilidad de la vida, se pretende ahuyentar a los fantasmas de las ánimas y congratularse con ellas. Al final hay pastas y moscatel para los presentes.
Al anochecer, y tras el sonido de las campanas de la iglesia, los vecinos de Tajueco repitieron la tradición de salir a cantar por las calles el primero de noviembre, recordando así a sus difuntos. Entre velas y calabazas, dos grupos de jóvenes y mayores cantan en verso,recordando a las almas que están en el purgatorio. Con el cántico, que recuerda la fragilidad de la vida, se pretende ahuyentar a los fantasmas de las ánimas y congratularse con ellas. Al final hay pastas y moscatel para los presentes.